Alberto Avendaño
El viernes salí para el trabajo, corriendo, como siempre, llegué a la parada de camiones y el transporte acababa de partir. El estrés de llegar tarde me torturaba, por suerte llegó el siguiente camión rápido, subí y procuré sentarme solo. Encontré un asiento en el que iba una hoja de papel como de agenda ejecutiva y por curiosidad lo tomé. Me llevé una gran sorpresa al encontrarme tres poemas escritos sin firma. No son tan buenos, pero creo merecen ser rescatados del olvido. Si eres el autor de los siguientes versos, por favor contáctame.
I
Una fotógrafa mexicana decidió
observar las cenizas de su padre
en un microscopio
dando como resultado una bellísima imagen
que asimila una nebulosa
en tonos telásicos.
El experimento fue logrado gracias a su ascendencia
de físicos, biólogos y genetistas.
Sus imágenes se viralizaron,
la gente se le acercó pidiendo
encontrar luces intermitentes
en la ausencia de nadie.
La fotógrafa tuvo la espectacular idea
de monetizar el duelo.
Fundó una empresa de cinco empleados.
Por la módica cantidad de 30 mil pesos mexicanos
usted puede tener en su pared
una cósmica fotografía
del fantasma de su ser amado.
II
El hielo marino antártico
este año alcanzará niveles preocupantes (como cada año),
es una catástrofe la que nos tiene atrapados
desde nuestra llegada al planeta.
Por otro lado, el agujero en la capa de ozono ya no es tan grande
como antes de la pandemia,
aunque el reloj del juicio final se acelera.
Hace pocos días un accidente de tren
provocó el derrame de cloruro de vinilo,
los perros se mueren,
los pájaros mueren
y la gente, eventualmente, morirá de cáncer.
Le han llamado —de manera un poco romántica—
“mini Chernobyl”.
Parece que hay en nuestra memoria genética
una nostalgia por las calamidades
y las revivimos cíclicamente
para intentar olvidarnos
de los avistamientos de ovnis.
III
Me comentaron que estamos
a 8 personas
de que nuestra vida
se pueda conectar
con la de resto del mundo.
Me pongo a pensar en que esas 8 personas
podrían ser el océano que me separan
del hipotético amor de mi vida.
¿Será una inmigrante siria
que deja rastros cadavéricos como la estela de un misil
o, tal vez, vive prisionera
por crímenes de guerra en África?
La medida de la infinidad es un ouróboros,
por eso estamos limitados a morir un poco antes
de romper el destino.