MIGUEL DE ÁVILA AGUIRRE
No pintes un cuadro con pinceles nuevos
Porque no han sido peinados
por las pestañas de tus ojos
Si vas a pintar, por ejemplo, una flor,
asegúrate, por lo menos, de haberla olido
y, haberle arrancado un pétalo
para que tus ojos vean lo que sienten tus dedos.
Si vas a pintar un corazón, por ejemplo,
debiste ya por lo menos,
haber puesto tu oreja sobre su pecho
para que tus pestañas peinen, a través de la ventana,
el aire de aquí hasta allá
que se huele al recostarse
Si vas a pintar sus cabellos,
que por lo menos se te hubieran enredado
en las pestañas cuando escuchabas
su corazón (y sus latidos)
Si vas a pintar su cara,
por lo menos con su mejilla, debió ya
haber aplastado la lágrima
que rodaba por la tuya
Así, tus pestañas fueron peinadas
por las suyas.
Así sus labios susurraban
lo que cantabas
Así tus ojos ya saben lo que es peinar
ese sentimiento
(Así, ella ya no está
pero dejó tus pinceles listos)
Si vas a pintar una casa, no importa que ella se haya ido,
nomás pinta la puerta sin llave, abierta o cerrada, pero sin llave
Cuando pintas un cuadro, huele a siempre,
además del siempre de todos los días pasados,
también al de las cosas y al de los recuerdos de las cosas y gentes;
también huele al siempre desde aquí hasta allá,
al de cuando ya no estemos. (pero los demás vean).