En la penumbra de una noche guadalajareña, donde el crisol de la literatura y el ritmo de la vida se encuentran, nuestro querido amigo Alejandro Ortega Neri captura el instante fugaz y vibrante en el que los mundos se cruzan. En la crónica, “La lealtad también puede servir para destruirnos: una charla con Carlos Velázquez sobre El menonita zen”, Ortega Neri nos sumerge en el universo kaleidoscópico de una noche de diciembre, donde las letras y la cerveza se funden en un encuentro de mentes y palabras.
La escena se despliega en la reja de una tiendita, un refugio urbano, donde el libro recién firmado es la llave a un mundo insólito. El menonita zen, con su portada rosa chillante y tipografía amarilla, es la prenda de un ritual que va más allá de la simple transacción. El autor, Carlos Velázquez, nos ofrece su obra como quien abre la puerta a una fiesta en un garage-taller de arte, donde las exposiciones y el rock experimental se entrelazan con el aroma de la cerveza y la promesa de un concierto inminente.
Ortega Neri, en su relato, nos lleva al corazón de una experiencia literaria y musical, donde las historias de Velázquez cobran vida en una noche gloriosa y se entrelazan con el encuentro con la realidad misma. La narrativa de Velázquez, que regresa al cuento tras un lustro, no se limita a ser una colección de relatos; se convierte en un diálogo entre el autor y su lector, enriquecido con humor negro y una mirada crítica a la corrección política. Con personajes tan diversos como un payaso con una tragedia amorosa o un menonita en búsqueda de la meditación, el libro se desenvuelve en un escenario de caos y reflexión, donde la lealtad y la traición bailan en un vals enigmático.
El menonita zen, según Ortega Neri, no sólo representa una evolución en la escritura de Velázquez, sino una exploración audaz de temas complejos. La madurez del autor se refleja en la profundidad de sus relatos, que oscilan entre la ironía mordaz y una introspección sincera. La lealtad, por ejemplo, no es un ideal inmaculado, sino un terreno ambiguo donde las relaciones humanas se ponen a prueba.
En su conversación con Ortega Neri, Velázquez revela el proceso de creación de su obra, destacando la importancia de la lealtad como un tema que puede llevar tanto a la luz como a la oscuridad. Los relatos, cada uno con su propio ecosistema de sonidos y emociones, se convierten en una sinfonía de contrastes y reflexiones. La música, omnipresente en la narrativa, actúa como un vínculo entre la historia primigenia: la del encuentro, y sus mundos sonoros en la literatura, enriqueciendo la experiencia de lectura y de vida.
Ortega Neri, con su estilo único y su capacidad para capturar el espíritu de los encuentros literarios, nos ofrece una visión poética y envolvente de este diálogo entre cervezas y letras. La reseña, cargada de vivencias y reflexiones, nos invita a sumergirnos en El menonita zen no sólo como un libro, sino como una experiencia sensorial completa.
En este relato de encuentros y descubrimientos, Ortega Neri nos recuerda que la literatura, como la vida misma, es un escenario donde cada página es una invitación a explorar los límites de nuestra propia realidad.
No olviden, estimados lectores y queridas lectoras, que tendremos la posibilidad de dialogar con Carlos Velázquez en esta Feria Nacional del Libro Zacatecas (Fenaliz), preparen el soundrack y las cervezas, continuemos el diálogo en la vida real y no olviden que juntos ¡incendiamos la cultura!
El Mechero