FROYLÁN ALFARO
“La IA da un salto aterrador con la creación de robots con conciencia propia”, algo así sería un título para una noticia sobre inteligencia artificial de autoaprendizaje o Self-learning AI. En un futuro que no parece muy lejano.
Imaginemos, estimado lector, un futuro (distante o cercano) donde en algún laboratorio, en la nación que usted prefiera, se ha alcanzado un nivel de sofisticación tecnológico tal que permite la creación de robots humanoides con cerebros biológicos-digitales, capaces de aprender al igual que los humanos. No sólo aprenden, sino que su sofisticación es tal que su cuerpo, cubierto con un recubrimiento biológico, es indistinguible del de un ser humano cualquiera. Además, estos robots pueden responder a estímulos externos de manera idéntica a la de cualquier persona: pueden reír ante un buen chiste, quejarse si se les golpea accidentalmente, aburrirse al leer un artículo de filosofía o asustarse ante una situación inesperada. Sin embargo, no debemos olvidar que, al fin y al cabo, siguen siendo máquinas. En esencia, estos robots serían indistinguibles de un ser humano.
Gilbert Ryle, filósofo inglés, escribió en 1949 El concepto de lo mental, en el que aborda el tema que nos ocupa, reflejado en los robots descritos. La mayoría de nosotros estamos dispuestos a considerar que no somos meramente entidades materiales; en nosotros también existe algo inmaterial. Es decir, no sólo somos cuerpos, sino también mentes o almas, algo no físico que controla nuestro cuerpo y reside en él, aunque desconocemos su localización exacta. Como un pequeño fantasma que habita en nuestro cuerpo (normalmente le asignamos el cerebro como su lugar de residencia). Esta perspectiva se llama dualismo, ya que propone que estamos compuestos por dos sustancias distintas.
Aquí es donde está el nudo del problema: si somos una combinación de dos sustancias diferentes, ¿cómo interactúan entre sí? ¿Cómo puede algo no físico interactuar con algo físico? La ciencia nos ha enseñado que todo fenómeno físico es causado por otro fenómeno físico. Sin embargo, nuestra experiencia nos muestra que el cuerpo y lo que llamamos mente interactúan. Por ejemplo, el deseo de beber lleva a mi mano a levantar un vaso de cerveza. ¿Cómo explicamos esta interacción? Es importante no confundir mente con cerebro; normalmente aceptamos que el cerebro, que es físico, genera impulsos eléctricos que producen respuestas físicas. Pero la mente se refiere a los estados mentales, algo no físico. Tus creencias en fantasmas no se pueden tocar, aunque existen reacciones físicas derivadas de esas creencias.
Hasta aquí solo hemos planteado muchas preguntas. ¿Cómo podemos estar seguros de que los demás no son robots como los descritos anteriormente? ¿Cómo interactúa el «fantasma en la máquina» con la máquina? ¿Somos una combinación de dos sustancias diferentes o somos sólo una sustancia? Estas y otras cuestiones similares son las que convierten al problema mente-cuerpo en uno de los más difíciles de la filosofía y se han dado muchas respuestas diferentes, desde postular que es Dios quien hace posible tal interacción entre ambas sustancias hasta afirmar que no existe el problema considerando que sólo hay una sustancia eligiendo y argumentando a favor de alguna de las dos, todas las respuestas hasta el momento parecen insuficientes (Ryle ofrece una respuesta en su texto de 1949), así que dejaremos esa discusión para otra entrada. Pero usted, querido lector, ¿qué opina al respecto?
Es increíble pensar el que un bot pueda llegar a imitar a un humano perfectamente, claro que aún no se realiza, sin embargo imposible no es y la verdad es que da miedo el no saber si hablas con alguien o con un bot, yo creo que el humano es simplemente el cerebro, pero se le dió el cuerpo, la vista, el tacto, etc con el fin de poder ser completamente independiente y conscientes de nuestra perspectiva de vida, quién sabe y podríamos ser un experimento de dios el cual se le salió de las manos, aunque dudo de su existencia, espero poder seguir disfrutando de sus lecturas Profesor Froylán, un saludo.