En El rito del poder, Gonzalo Lizardo construye una historia donde el terror no proviene sólo de lo sobrenatural, sino de las élites de poder que acechan desde las sombras. A través de Moctezuma y Cristina, dos jóvenes atrapados en las complejidades de un México dominado por fuerzas oscuras, Lizardo presenta un amor que cruza fronteras físicas y espirituales, desafiando las normas impuestas por una sociedad controlada.
Moctezuma, con su sarcasmo agudo y espíritu de guerrero, y Cristina, una mente racional pero conectada con el más allá, son dos caras de una misma moneda, un héroe bicéfalo en un mundo donde el terror es tanto humano como espectral. Juntos, representan la dualidad que define a los personajes de Lizardo: lo masculino y lo femenino, lo racional y lo visionario. Su relación no es sólo romántica, sino una unión profunda que trasciende el tiempo y el espacio, y se convierte en su única arma frente a una élite política que manipula las creencias ancestrales y las fuerzas mágicas del país para sostener su dominio.
Inspirado en la historia real de una vidente y en los vínculos históricos entre brujería y política, Lizardo crea un México donde los fantasmas y demonios no son más temibles que aquellos que se sientan en el poder. Estos “Señores de la muerte” controlan a su antojo las fuerzas del misticismo, transformando lo que alguna vez fue símbolo de sabiduría en un instrumento de manipulación. El resultado es un ambiente de horror constante, donde lo visible y lo invisible se confunden, y donde las criaturas paranormales se sienten casi familiares al lado de los monstruos humanos que ostentan el poder.
La narrativa de Lizardo alterna entre capítulos lineales y monólogos teatrales, creando un ritmo ritual que refleja las dualidades que cruzan la historia: los planos de lo periodístico y lo mitológico, la vigilia y el sueño. La historia de Moctezuma y Cristina es una danza entre lo tangible y lo inmaterial, una lucha entre el amor y el horror. Cristina, como vidente, y Moctezuma, como caballero águila, encarnan una moral que desafía las normas tradicionales. No son héroes ideales, sino jóvenes que, en su juventud y rebeldía, rompen con una visión religiosa y heteropatriarcal, encarnando una ética que desafía las imposiciones del poder.
Los antagonistas de la historia, como el Magno Padre y el Altísimo Eliasista, no son simples villanos, sino arquetipos de una maldad arcaica, figuras casi míticas que reflejan el deseo de dominio. Para Lizardo, estos personajes representan la perversión del poder, una lujuria insaciable que sólo se satisface a través de la dominación. Son fuerzas que controlan la narrativa, construidas a partir de su imagen pública y la distancia que mantienen con cualquier aspecto de humanidad. En contraste, Moctezuma y Cristina son figuras humanas y complejas, con deseos y contradicciones, atrapados en una batalla donde la racionalidad se enfrenta con lo sobrenatural.
En este México alterno, los protagonistas se convierten en figuras que desafían los límites del bien y el mal, trazando un camino paralelo: Moctezuma en “el viaje del héroe” y Cristina en “el viaje de la heroína.” La tensión entre ambos explora no sólo el amor, sino una dualidad esencial, una relación que desafía las barreras impuestas y se mantiene a través de cada dimensión que cruzan. Lizardo ha creado un universo donde la política y la magia están entrelazadas de forma indivisible, y donde el verdadero terror se encuentra en las manos de aquellos que no necesitan del misticismo para infundir miedo.
El rito del poder es una historia oscura y compleja, una fábula de amor y horror, donde el terror no es un simple juego literario, sino una reflexión sobre la corrupción humana. Lizardo nos muestra que, en el fondo, las fuerzas más tenebrosas no son las que vienen del inframundo, sino las que se sientan en tronos de sombras, con el poder de transformar la realidad en un oscuro hechizo.
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero