Perla Yanet Rosales Medina
Es difícil formular un texto multidisciplinario. Como escritora, cada juego de palabras puede representar una trinchera. En mi campo de estudio, la nanotecnología, trabajamos experimentalmente con sistemas que requieren un grado de vacío desde alto hasta ultra alto. Aquí es importante destacar que el vacío técnico se mide a través de la presión, considerándose vacío a partir de una presión por debajo de la atmosférica. A partir de ahí, se clasifica como bajo, mediano, alto, ultra alto e interestelar. En este contexto, se logra el vacío mediante sistemas de succión capaces de evacuar desde polvo hasta remanentes atmosféricos que podrían contaminar los experimentos.
En los últimos días, académicamente hablando, he repasado los fundamentos del vacío clásico. Desde la perspectiva de la física clásica, el vacío es la total ausencia de materia. Una buena aproximación a este estado del sistema es un gas cuya presión es mucho menor que la presión atmosférica. Naturalmente, mi mente me llevó a reflexionar sobre el vacío en otros contextos, no sólo en lo técnico y los fundamentos teóricos, sino también explorando su significado más coloquial e incluso su impacto en el sentido literario.
En esta búsqueda de reflexión sobre el vacío, me vi inmersa en debates mentales de todo tipo, incluso idiomáticos. Reflexioné sobre la influencia del lenguaje en nuestra forma de pensar y hacer asociaciones. Mis fuentes de información están escritas en inglés en la medida de lo posible, dada la mayor cantidad de publicaciones científicas, de divulgación y difusión en esta lengua. Sin embargo, en este caso, tropecé con una piedra al ver que el sustantivo “vacío” tiene más acepciones que sus posibles traducciones al idioma inglés, vacuum o emptiness, donde estos dos significados se utilizan en contextos diferentes. La primera traducción se halla en mayor medida en texto científico, mientras que la segunda se utiliza con un sentido más poético. Quizás esto no debería generar ninguna incertidumbre en mí.
En todo caso, trataré de abordar los principales contextos en los que hablamos del vacío, para luego explorar cómo, en el campo de la física cuántica, el sentido coloquial de vacío resulta contra intuitivo. El vacío tiene una significación psicológica, filosófica y física, entre otras.
En esencia, el vacío se asocia con una carencia, con la falta de algo, con una nada. Esto puede resultar acertado tanto en la psicología como en la filosofía. En lo que respecta a la psicología, cuando hablamos de un vacío emocional, nos referimos a una carencia que puede tener su origen en la infancia o en algún otro punto de la vida y que está sin resolver. En muchos casos, esto trae problemas al desarrollo del individuo. También dentro del ámbito emocional, un vacío puede representar una falta de interés en la vida misma o en el entorno. Esta última idea también ha sido respaldada por algunos filósofos existencialistas, quienes hablan del vacío como una falta de sentido en la realidad que tenemos. Pero no todo es pesimismo; también hay quienes ven el vacío como una fuerza potenciadora para la creación, para la libertad individual y el camino hacia el ser.
El vacío en la literatura puede representar un objeto poético interesante. Un ejemplo de ello ocurre en un poema de Clara Janés, quien expone una perspectiva del vacío asociada con la mecánica cuántica. Este análisis lo realiza Felix K. E. Schmelzer, quien menciona que, en palabras de la propia escritora, su lírica está sustentada en teorías de la física moderna.
He aquí dicho poema:
El alba sopla pétalos de luz.
Vibra el vacío
en invisible movimiento
e invita a orientación.
El secreto del silencio
revela su ser secreto:
la quietud sin fondo
del amor.
El artículo de Schmelzer explica cómo la vibración del vacío es un concepto puramente cuántico. Así, pues, la mecánica cuántica, contra toda regla, no aborda el vacío desde la ausencia de materia, sino desde interacciones entre algo llamado “campos cuánticos”. Estos campos impregnan todo el espacio y, además, las interacciones entre estos campos propician la creación y aniquilación de partículas elementales.
Todo este ir y venir en torno al vacío no hace más que resaltar la complejidad que subyace a esta idea de lo absoluto, de lo propicio para la creación. Una noción que permanece tan sustanciosa como difícil de explorar en su totalidad. A medida que convergen y divergen las interpretaciones, queda claro que el vacío es un concepto que desafía nuestras comprensiones, manteniendo su esencia intrigante y resistiéndose a ser completamente desentrañado.