CAROLINA DÍAZ FLORES
Desde hace al menos tres décadas el uso de videojuegos es un asunto cotidiano para niños y adultos, desde los juegos más sencillos de una sola palanca, hasta la realidad virtual y aumentada pueden generar posturas o movimientos potencialmente patológicos. En este sentido, el presente artículo se enfocará en abordar la ergonomía, la que se entiende como una disciplina que aborda cómo nuestro cuerpo interactúa con objetos o elementos del entorno, donde se incluye desde el asiento que usamos, las dimensiones y peso de un taladro, hasta las características de un control de videojuegos o un teclado de computadora. Algunos de los movimientos o posiciones que se generan por el uso (excesivo) de videojuegos pueden llegar a ser factores de riesgo ergonómicos.
Por lo tanto, los problemas de salud de naturaleza ergonómica derivados del uso prolongado de videojuegos han ganado atención en la última década, a medida que la industria del gaming ha crecido exponencialmente. Si la ergonomía se refiere al diseño del entorno y las herramientas de trabajo para mejorar el confort y la eficiencia del usuario, el uso de videojuegos representa todo un reto al respecto: la falta de consideración de estos principios en la experiencia de juego puede conducir a diversas lesiones y malestar físico. Uno de los problemas más comunes es la tensión muscular, especialmente en la espalda, cuello y hombros, pues los jugadores suelen adoptar posturas incorrectas, como encorvarse o mantener el cuello en posiciones incómodas durante períodos prolongados. Esto puede resultar en dolor crónico y trastornos musculoesqueléticos importantes.
Además, el uso constante de controles y teclados puede causar lesiones por esfuerzo repetitivo, como el síndrome del túnel carpiano. Otro aspecto crítico es la fatiga ocular, que resulta del tiempo prolongado frente a pantallas, pues la luz azul emitida por las pantallas de los dispositivos puede causar molestias visuales y afectar la calidad del sueño. La falta de pausas regulares agrava estos síntomas, llevando a una disminución del rendimiento y la concentración, por lo que evitar sesiones prolongadas (no más de 45 minutos) de juego puede ser fundamental para disminuir estos síntomas. La ergonomía no sólo abarca la postura física, sino también el entorno de juego, por ejemplo, una iluminación inadecuada y un mobiliario mal diseñado pueden contribuir a una experiencia de juego incómoda y potencialmente dañina para la salud. Los jugadores a menudo pasan horas en la misma posición, lo que resalta la importancia de muebles ajustables y un entorno que favorezca la movilidad. Para mitigar estos problemas, es esencial adoptar prácticas ergonómicas adecuadas, esto incluye usar sillas que ofrezcan buen soporte lumbar, ajustar la altura del monitor para que esté a la altura de los ojos y tomar descansos regulares para estiramientos. En conclusión, los problemas ergonómicos derivados del uso excesivo de videojuegos son significativos y pueden afectar la salud a largo plazo. Con la creciente popularidad de los videojuegos es crucial que los jugadores, desarrolladores y fabricantes de accesorios presten atención a la ergonomía, promoviendo así una experiencia de juego más saludable.