Por: Ana Guadalupe Rodríguez Mancha
De manera importante COVID-19 impactó las principales esferas del individuo (física, psicológica y social), ellas le dan vida y homeostasis al núcleo principal de la sociedad que es la familia, es el virus SARS-CoV-2 el causante de más de 6 millones de defunciones en todo el mundo, y no conforme con el resultado, continúa perpetuándose hasta el día de hoy.
A nivel mundial se estima que la violencia familiar se presentó en un 30 a un 60% en el año 2020, México como país en vías de desarrollo, presentó el 70.1% en el 2021; donde las mujeres sintieron miedo de su pareja. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presentó los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021, con una prevalencia en el estado de Zacatecas de 59.3%.
En el 2022, se tuvo un aumento de padecimientos como depresión, ansiedad, trastornos del sueño, ideas suicidas y descontrol de las enfermedades crónico-degenerativas, algunos piensan que podrían ser secuelas per se post-COVID-19 originadas por el virus, pero muchas de las manifestaciones podrían ser efectos secundarios o pivote de este problema de salud pública.
Actualmente en muchas familias Zacatecanas se normaliza y se permite la violencia, tal vez por cultura generacional o por normalizar conductas aprendidas en la infancia; pero la pregunta de oro, ¿cómo detectamos los signos de violencia familiar?
De manera social, se debe tener cuidado con las parejas que se molestan cuando te arreglas o vistes de alguna manera no propia según su perspectiva, impiden hablar por celular con amigos, amigas y familiares, te amenazan con golpearte si sales sin permiso, se ponen celosas cuando hablas con las demás personas; la violencia de género de puede detectar, si te ignoran al tomar decisiones en pareja, nunca colaboran con las labores domésticas o te impide tener un trabajo remunerado fuera de casa, los signos de violencia patrimonial como romper cosas y limitar los gastos para el hogar; violencia psicológica como hacerte callar cuando das opinión de algún tema, insulta enfrente de otras personas, infidelidades, amenazas constantes de suicidio si los abandonas; violencia física como morderte, abofetearte o golpearte “jugando”, violencia al decir no se les satisface sexualmente, obligarte a tener relaciones sexuales sin tu consentimiento, prohibir visitas al médico sobre todo si es del sexo opuesto, el uso de anticonceptivos u obligarte a abortar.
El tema de violencia familiar toma auge en el siglo XXI, al proponer e implementar políticas públicas para resarcir el daño, sin resultados favorables, dichas políticas tienen un enfoque agudo, pero no centran estrategias a mediano y largo plazo, tal como lo menciona la Asociación Pro Derechos Humanos de España, en su publicación “La violencia familiar: actitudes y representaciones sociales.1999” se necesita evitar la repetición del ciclo de violencia doméstica, con educación asertiva desde la infancia, cambiando patrones de género como el color rosa para las mujeres y azul para los hombres, las muñecas y trastecitos para la niña y los carritos para los niños o el típico caso donde el niño no cocina, no lava, no plancha por ser actividades de mujeres. Este problema de salud pública solo se podrá atacar haciendo inercia entre sociedad y familia.