DAVID CASTAÑEDA ÁLVAREZ
No es melancolía ni nada,
es que no soporto el peso de la luz
cuando se acumula en las paredes,
ni el peso de mi sombra
mendigando por toda la plaza;
no es tristeza ni zozobra, no ando inquieto,
no me duelen las paredes de la iglesia,
ni el cerco de metales desdoblados,
no siento el porvenir, ni percibo
la pausa con que llegas a otros ojos,
todo es espeluznante,
tu mano lejos de mí,
tu sonrisa en otra parte,
y yo ni en la luz, ni en la sombra,
umbral de nada. No es melancolía,
es el horror de saber la nube desgajada
sobre mi cuidad en ruinas.