
ALBERTO AVENDAÑO
No sé cómo llegó a México la traducción de un tornillo cayó al suelo del poeta chino Xu Lizhi (1990-2015). Supe de él por una recomendación en un festival de poesía, lo busqué en la red y encontré el libro pirata, también vi una traducción de algunos de sus poemas en círculo de poesía y me enteré de que aparece en la antología una soledad de cien años novísima poesía china 1916-2016, editada por Círculo de poesía / Valparaiso México. En la introducción de un tornillo cayó al suelo encontramos lo suficiente para saber el por qué se ha convertido en un autor de culto: suicida, deprimido, obrero y joven. Me parece interesante su historia, él es la mayoría china, gente destinada a trabajar hasta consumirse por y para el consumismo: la cifra. Sus poemas son tristes, sí, pero no me conmueven como lo han llegado a hacer autores de mi lengua con la misma temática, y es que existe la barrera de la traducción (traición), el ritmo de la versión que leí me parece bofo y sin alma, justo como en México creemos que son los chinos, máquinas de perfección laboral diseñados para no sentir toda su vida hasta el momento de la avería (el colapso emocional). En el trabajo, 2 escalones arriba de mí, tenemos un jefe chino, quien cumple con todo el estereotipo de lo que creemos debe ser un chino, ambicioso, máquinas de trabajo exigente para sí mismo y para sus subordinados, porque a esta vida sólo venimos a hacer dinero. Comparo a mi jefe con el poeta y, aunque me parecen hechos de la misma madera, también encuentro diferencias, a pesar de que vengan de la cultura del socialismo chino no dejan de ser individuos, por eso uno vive en México y el otro se arrojó al lago Qinghai siendo de edades similares.
El libro tiene una atmósfera que, desde mi perspectiva de hombre occidental, parece sacada de un episodio de Bugs Boony. Cuando tenía 16 años trabajé en una fábrica famosa de la ciudad y jamás me sentí como se siente el poeta en sus versos, nunca sentí esa sensación de vacío al estar rodeado de cientos, tal vez miles de individuos, así que no lo entiendo, no comprendo sus poemas porque no he estado en esa situación y me parecen una caricaturización muy deprimente de la vida en las fábricas (¿acaso no pensarán igual los chinos de las fábricas mexicanas con música regional a todo volumen, gente bailando mientras encinta cable, amoríos, infidelidades y baja disciplina?). Entiendo por qué a gente acá en México le puede conmover (por lo regular gente que nunca ha pisado una fábrica y se dedica de lleno a lo académico), o por qué en China es tan celebrado (allá es otra realidad, todo su sistema cultural es una contradicción al nuestro), a mí me parece distante, pero no por eso menos deprimente.
Suelo ser lector de cosas tristes, pero no me siento preparado para este tipo de tristeza, las maquilas asiáticas parecen una cosa hecha para otra humanidad en la que los latinos no podríamos existir.
Xu Lizhi. Fotografía extraída de X, autor desconocido.