ENRIQUE GARRIDO
Ésta es la pregunta más incómoda que me pueden hacer en una reunión. ¿De qué chingados la rolo? Mmm…pues no sé, o no sé cómo explicarlo. Podría decir que me dedico a revisar textos, a hacer libros o redactor, quizás eso me vincule con algún referente que genera dinero y no quede como un soñador o vagabundo. En realidad, me gustaría decir que ofrezco imaginación [o historias] empaquetada y lista para usarse en caso de emergencia; como la luna, cuando Jaime Sabines decía que “se puede tomar a cucharadas/ o como una cápsula cada dos horas. / Es buena como hipnótico y sedante/ y también alivia/ a los que se han intoxicado de filosofía”.
Sin embargo, me da miedo que no me entiendan y esa frustración de no poder explicar el “rol” de mi vida provoca que me den ganas de arrojarle una roca a mi inquisidor, pero no cualquier roca…
Sucedió a medidos de los 70’, cuando un publicista se volvió independiente (o en bancarrota, como aclararía más tarde el New York Times). En medio de una borrachera con sus amigos de su natal California, Gary Dahl tuvo una gran iluminación: frente a los problemas que significa tener una mascota en casa, ya sea gato, perro o escritor, siempre el mantenimiento y la limpieza se vuelven aspectos a considerar, por lo que imaginó a la mascota perfectas: una piedra. Y puso manos a la obra.
Bajo el nombre de Pet Rocks, diseñó unos llamativos envoltorios de cartón decorados con agujeros a manera de ventilas y en donde se encontraba una especie de nido de paja que servía de cama a un par de rocas ovaladas. ¿Eran rocas especiales? La verdad es que no, sin problema encontrarías unas iguales en cualquier parque o playa. Entonces, ¿se trataba de una estafa?, pues no, la verdadera esencia del producto se encontraba en la letra impresa.
Junto con las piedras mascotas venía un curioso y creativo manual de cuidados de este nuevo integrante de la familia. Estaba escrito de una forma muy creativa, e incluía algunas descripciones como que eran «fáciles de entrenar» y aprendían rápidamente a «sentarse», «quedarse» y «hacerse el muerto»; también informaba a los propietarios que las mascotas de piedra «parecen prosperar sin comida», que eran “bastante perezosas» y «tercas y no vendrán cuando se los llame”; además de consejos como “nunca lleve a su Pet Rock a nadar. Se sabe que son malos nadadores y se hundirán hasta el fondo” o “está bien darles un baño ocasional en aguas poco profundas». A decir verdad, estas Pet Rocks tienen un estilo de vida muy parecido al mío, sólo les faltaría “escribir columnas semanales”, quizá por ello las encuentre tan adorables y familiares.
Recuerdo que, cuando era niño, mi condición económica no era la mejor, pues nos alcanzaba para sobrevivir, pero no para tener los mejores juguetes de aquella época. Lo que tenía era una bolsa de muñecos de diferentes juegos, muchos de ellos usados y a los que me tocaba inventarles historias. De allí que disfrute la magia de un par de piedras. Dahl declaró a People en 1975: “La gente está tan aburrida, cansada de todos sus problemas», «esto (los Pet Rocks) los lleva a un viaje de fantasía… se podría decir que hemos empaquetado el sentido del humor». No comprabas un par de piedras, sino una historia, un juego, imaginación en estado puro.
Así, cuando me pregunten: “¿Y tú, de qué chingados la giras?”, les diré, soy una piedra rodante, como las que cantaban Bob Dylan o el Tri, que en realidad todos los somos y nos encontraremos en el camino, que está bien, y frente a la adversidad, recordar esa filosofía presentada en Everything Everywhere All at Once, sólo olvídalo y sé una roca. Puedo afirmar que hoy sé qué responder; no obstante, este soy yo. Ahora les toca a ustedes: ¿de qué chingados la rolan?
Es ameno entender como por medio de la imaginación, de las letras y la creatividad, uno se puede auto definir, autoconocer. También se pude usar como escape a otras realidades, si como «consumidores», estuviéramos mas cercanos a la imaginación, risas y fantasía, creo que este mundo no seria tan desigual y violento. Felicitaciones por el texto.
De pino silvestre, de esos con las ramitas bien puntiagudas para que no se paren ni los pájaros 😀