
Fotografías extraídas de FB: @Centenario Azteca FC
“Y si vivo cien años. Cien años, pienso en ti…”.
CÉSAR EDUARDO GUTIÉRREZ ROJAS*
Según el evangelio de Juan Villoro, el profeta Rodrigo Navarro Morales, quien en el 2006 tenía 7 años de edad; un día, frente al nogal milenario de su escuela, explicó cómo Dios había creado el universo. Rodrigo, el “Menocchio del calcio”, argumentó que durante el “recreo”, Dios pateó el esférico tan fuerte que cayó sobre un rosal, provocando la explosión del balón y a la vez el origen de todo: el cosmos.
El fútbol nos permite comprender y explicar diferentes sucesos personales e históricos. Allí radica su magia. Alguna vez le preguntaron a Martín Caparrós, teólogo del balón, por qué los mundiales significaban más allá del negocio; respondió con acento argentino: “el fútbol nos permite soñar, que el pequeño gane al grande, inmediatamente después de la hazaña se imaginá que ya se es una mejor nación, incluyente, justa”.
No soy teólogo, menos profeta, aunque el Dios del fútbol, algunas veces, se me ha manifestado oníricamente. Soy más cercano a ser un exégeta del juego y sus rituales, escudriñar la búsqueda insaciable, por parte de seleccionadores o “ciudadanos”, de seres “Messianicos” que por sí mismos, consecuencia de su poder místico, ganen campeonatos mundiales o por lo menos, conduzcan exitosamente naciones.
Considero que lo hermoso del balompié radica en que rompe con la objetividad, la cual tiende a un providencialismo que nos hace olvidar que lo “obvio” no es más que una negación a la incertidumbre de nuestra realidad. Así, suceden proezas como la de Grecia campeona de la Eurocopa en el 2008 y la del Leicester City que conquistó la Premier League en el 2016, luego de ir ascendiendo desde el 2008, cuando jugaban en la tercera división del futbol profesional inglés.
Sin embargo, el juego más hermoso es humano, reflejo de nuestros sistemas, sus inclusiones y exclusiones, similar a la democracia “representativa”, dejando sin posibilidad de hacerse presentes en el 11 inicial a ciertas personas por condiciones físicas, étnicas, género, relaciones políticas, sociales y económicas.
El 5 de mayo del 1925, hace 100 años, según la memoria oral y la multicitada obra de Salvador Gómez Molina y Benjamín Morquecho Guerrero “Monografía de Río Grande”; fue fundado el Club Deportivo Azteca de Río Grande, Zac., por un grupo de aficionados, la mayoría de ellos jóvenes del barrio de abajo (Azteca, Estrella) y centro, cuya primera sesión tuvo lugar en casa de José Ramírez Servín, siendo nombrado primer presidente, Manuel Ramírez Servín. El citado texto nos da una pista del vínculo de los hermanos Ramírez Servín con la ciudad de León, Gto., y un indicio del origen de su cultura deportiva.
¿Por qué el nombre Azteca? En 1936 se constituyó en la ciudad de Zacatecas el Club Recreativo Azteca para mejorar el acercamiento social, moral e intelectual de la clase media, a través de reuniones habituales y acciones públicas para orientar a la sociedad de la ciudad de Zacatecas hacia un cambio de impresiones culturales, emotivas laborales y maneras honestas de distracción. (AHMZ, Fondo Ayuntamiento II. 1930-1985, Serie; Sindicatos y organizaciones, caja 2, carpeta 3).
El nombre de la asociación “Club Recreativo Azteca” en el documento citado, es consecuencia del nacionalismo posrevolucionario que manejó un discurso histórico “progresivo-lineal”, cuyo origen de la “mexicanidad”, radicaba en la cultura mexica (homogenizando y corporativizando a través de la historia oficial). Por tanto, el uso de este nombre es parte de un contexto y no exclusivo para el Club Deportivo Azteca de Río Grande.
Hoy, 5 de mayo de 2025, la frase: “Las armas nacionales se han cubierto de gloria» no trasciende para la historia riograndense, desde hace años no lo hace, pues los monumentos de bronce no compiten ante los héroes de la chancha, erigidos a través de la historia oral. En Río Grande y demás lugares donde radiquen aficionados a la “Pandilla”, el 5 de mayo, lo único que se cubre de gloria es el centenario Club Deportivo Azteca.
*Historiador, nativo de Río Grande y fan pateador del Azteca