El contraste de las líneas negras sobre un lienzo blanco siempre se convierte en un reto. Mover las emociones adormiladas a propósito o a causa de la rutina evoca siempre un nuevo comienzo. Empezar un poema, un ciclo o un grabado con la genuina intención de que se quiere decir algo que no sólo una ha callado durante mucho tiempo: hay silencios que se comparten sólo por el hecho de compartir una época, una condición o un contexto.
A veces conforme pasa el tiempo una puede percatarse de pequeños logros que se han conquistado. Mujeres medallistas, mujeres científicas, motociclistas, camarógrafas o artistas, el sector varía, pero el paso a paso constante se abre para las niñas que ya tienen como referente a una futbolista como Ona Batlle, hay referentes y eso puede una celebrarlo, como lo platicaba con mi mejor amiga.
Seguramente muchas personas podrían señalar que siempre hubo excepciones y claro que las hay: una escritora que me encanta habla del cuarto propio porque podía vivir de las rentas de los hombres de su familia y, aunque la universidad para las mujeres fuera menos prestigiosa para ellas en su época, tuvo oportunidad de estar en una aula compartiendo sus deseos y miedos con otras similares a ella. Sin embargo, ¿qué quedaba para la mayoría? Renunciar a la individualidad para ofrecerse en sacrificio a las pirámides sociales, sacarse el corazón para ofrendarlo en una canasta de mimbre sobre la mesa donde comían los hijos, consagrarse a una religión no por fe, aunque no faltara, sino para tener algunos minutos para la lectura, la escritura y el diálogo interno.
Ahora vemos un cúmulo de acciones para abrir espacios a favor de la equidad y no falta quien recrimine que una beca sólo es para mujeres, que los concursos tengan perspectiva de género o que se exija la paridad en las curules. Ellos no se dan cuenta de que esto no tendría que suceder si no hubiera una desventaja sistemática alrededor, un día afirmé luego de que me recriminaran sobre mis posturas “yo también estoy harta de hablar de feminismo, ojalá algún día ya no sea necesario hablar sobre él”.
Sin embargo, todos los días se resiste y cada día hay más espacios que abren las puertas de sus hogares metafóricos para dar la bienvenida a mujeres creadoras, en esta ocasión celebramos la exposición que se realizó en El Socavón del Arte: De la línea al surco, un esfuerzo por dialogar con la metamorfosis de la feminidad, con las dualidades y la comunidad de mujeres para mujeres.
Ésta es una exposición de gráfica, el grabado de 15 artistas apasionadas que resisten, gritan y se mueven, que recriminan, observan y bailan, que conmueven a través de las metáforas que habitan cada lienzo expuesto: una mujer armadillo, frágil por dentro, resistente por fuera, lleva sobre sí los corazones de todas, las mujeres sirenas se abrazan y guardan en murmullo el secreto que no va acompañado de cantos para los hombres, una tortuga dual, siamesa o reflejante, nos invita a salir sin importar las contradicciones que una alberga.
Ésta es una muestra de lo que se logra al hacer comunidad, mujeres que sin conocerlas me han dejado saber mucho de ellas a través de sus tópicos, sus líneas y sutilezas, porque elegir algo siempre es descartar todo lo demás y ahí, justo, radica la importancia de mantener firme el trazo. Porque las mujeres resisten/resistimos, pero juntos ¡incendiamos la cultura!
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero