Entrevista con Ángel Vargas
Soy Ángel Vargas, nací en Acapulco, Guerrero, en 1989; en los últimos diez años me he dedicado a escribir poesía, he publicado algunos libros. He obtenido algunos premios, algunas becas; estudié en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Últimamente me interesa mucho escribir, sobre todo poesía para infancias. Hace muy poco, recapitulando y haciendo memoria, me di cuenta de que hacía más de un año que no escribía un solo poema, había escrito otras cosas, lo cual creo que significa algo importante, puesto que había tenido procesos creativos en los que la escritura había sido muy desbordante. Creo que algo está pasando por ahí todavía, es como el proceso de averiguarlo.
El Mechero: Cuéntanos un poco de este libro que vienes a presentar en el marco del Festival de Literatura LGBT aquí en Zacatecas.
Ángel Vargas: Se trata de Nada de cruces, que es mi último libro publicado. Se publicó el año pasado. Y bueno, fue el resultado de un premio. Está editado por el Fondo Editorial del Estado de México. Es un libro de poesía que habla desde una voz femenina, particularmente y específicamente desde la voz de una mujer trans. Da cuenta a través de la poesía del proceso de transición, de la historia de vida y de las relaciones familiares. Creo que es un libro que aborda e intenta revelar muchas de las violencias subterráneas, familiares; me interesaba justamente hablar de la forma en la que muchas veces la familia se encarga de violentarnos desde la crianza. Me interesaba también imaginar y asumir el ejercicio de la escritura de poesía desde otro lugar. Yo había tenido acercamientos a este tipo de escritura, digamos desde otras voces, desde hace ya varios años, en el primer libro de poesía que escribí, justamente un par de poemas que hablan desde una voz femenina; pero en aquel momento, la verdad, no pensé que esa voz femenina pudiera abarcar todo un libro y quizá, por el momento en el que aquellos poemas se escribieron, no me sentía del todo capaz de poder hacerlo, no en cuanto al oficio y a la destreza. Pasaron los años. En realidad, la idea seguía ahí. Creo que es el libro que en el fondo me ha costado más años escribir.
EM: ¿Podemos asumir que la escritura nace en la no escritura?
ÁV: Sabemos que la escritura no es el acto físico de teclear o de escribir, sino que se gesta quizá muchos años atrás, en el caso de Nada de cruces ha tardado más de diez años en gestarse, a pesar de que el proceso de escritura en realidad fue de unos tres meses. Creo que había muchas cosas madurando, decantándose para poder darle forma, no final. Hoy eso es un libro que hace uso de recursos de los que antes yo no me sentía capaz de usar. Por muy paradójico que pueda parecer ese libro, es el más honesto de los que he escrito, a pesar de que el acercamiento se hace a través de recursos literarios que te alejan o que me alejan de esa voz, no del escritor, pero que a través de las caras logré sincerarme de muchas formas. De manera que sí, digo que es como el libro más honesto de los que he escrito, el más cercano y el que revela e inquieta.
EM: ¿Nos podrías hablar un poco de esa metamorfosis mental que te llevó a escribir este libro? ¿Cómo fue que se fue gestando para poder llegar hasta el libro?
ÁV: A través de estos diez años es un proceso de aprendizaje, no digamos a nivel teórico, pero sí a nivel de oficio, personal; o sea, el Ángel de hace años, por supuesto, no es el mismo; el Ángel de ahora no lo es tampoco, afortunadamente. Hay unas inquietudes que permanecieron o que sobrevivieron, y me parece que si sobrevivieron fue justamente porque era necesario poder expresarlas, plasmarlas, indagar en eso.
EM: ¿Para ti la poesía es una forma de indagación, de juegos y de experimentación?
ÁV: Yo me lo tomo muy en serio y también como un gran divertimento, y lo que he aprendido con los años es justamente a escribir lo que me viene en gana, escribir para no comprometerme ni con becas ni con premios, sino escribir los libros que realmente he querido escribir. Para eso tenían que pasar muchos años porque hay retos de escritura que necesitan cierto aprendizaje y a veces como hasta un acto de humildad, es bueno decir que quizás no estás listo para esto, no lo vas a dejar acá en el baúl de los proyectos o de los libros o de los poemas pendientes, y creo que si son relevantes y realmente responden a una necesidad de expresión van a permanecer a lo largo del tiempo y fue lo que pasó con Nada de cruces. Se transformó el yo escritor, pero la inquietud primigenia seguía ahí. Y lo que hice fue, en su momento, retomarla y ejecutarla y darle forma.
EM: Hablas que también haces poesía para niños, ¿qué temáticas abordadas dentro de la poesía infantil, desde dónde la abordas?
ÁV: Desde la inocencia más pura y desde conocer el mundo como si fuera inédito. Mira, es que siento que cambió todo, no sólo mi forma de ver la literatura, específicamente la literatura urbana, de infancias y para jóvenes. A nivel personal, creo que cambió la forma en la que estaba asumiendo la escritura. Recordé que la poesía me permitía eso, redescubrir y que la mirada de los niños no solamente me funciona para abordar poesía escrita para infancia, sino para abordar la poesía en general. Finalmente, justo recordé que lo que la poesía hace es ponernos ante los ojos, sí, el estado del mundo, este estado que muchas veces dejamos de ver porque estamos tan enajenados. Que ya no lo vemos. Que ya no lo hacemos visible, aunque esté frente a nuestros ojos. Pues para mí fue eso, recordarme muchas cosas de aquellos primeros años en los que me acerqué a la poesía desde el entusiasmo, la ingenuidad y el querer decir y expresar muchas cosas.
EM: Sabemos que dirigías el Festival de Poesía de Acapulco, ¿nos podrías contar no sobre el festival, sino el aprendizaje que tuviste esos años dirigiéndolo?
ÁV: Más que nada lo coordiné durante unos cinco años. Fue un festival extraordinario. Justamente cuando yo inicié a escribir poesía, una amiga me invitó a ir al festival. Como poeta inexperto, me enfrenté a muchas otras poéticas y ahí descubrí como lo diverso, lo plural que puede ser el oficio de escribir; me sirvió de manera personal porque en aquel momento, como poeta principiante, pude conocer a gente de mi edad que estaba escribiendo al otro lado del país. Entonces mi mirada cambió. Más bien la mirada tomó otro rumbo a la de los poetas del canon, a las escrituras consolidadas, se fue a la literatura viva que se estaba escribiendo probablemente el día anterior y que se estaba ejecutando, enunciando en un festival de literatura. Eso fue muy valioso. Me permitió, en principio, cuestionarme sobre lo que yo mismo estaba escribiendo y conocer, creo que siempre que uno conoce voces distintas y nuevas es enriquecedor. Creo que la escritura nace de ahí, de la lectura.
EM: ¿Qué nos recomiendas de la literatura LGBT dentro del país y en Latinoamérica? ¿Qué es lo que se está leyendo? Nos gustaría que nos hablaras más específicamente en poesía.
ÁV: Bueno, creo que la literatura desde la diferencia. No me gusta llamarla así, ya que abarca mucho más allá de la diversidad sexual; sin embargo, creo que justo estas poéticas, que nacen desde sujetos con deseos disidentes, han abonado muchísimo a la diversidad de la poesía en general, no solamente en México y no solamente en la poesía joven, creo que es un fenómeno que se extiende a lo largo del tiempo. Creo que tomar en cuenta un rescate de ciertas poéticas que quizá fueron invisibilizadas, ponerlas en contexto, en relieve, hacer que puedan dialogar con otras poéticas que también nacen desde la diferencia, desde la diversidad, desde lo raro, lo disidente, lo normativo, y que puedan dialogar no solamente hacia el futuro, sino también dando un pasito hacia atrás, en el buen sentido, para contar esas otras poéticas y confrontar a la literatura desde la hegemonía. En el panorama nacional hay muchísimos ejemplos, a riesgo de omitir muchos nombres preferiría hablar como en general, me parece que en este momento las literaturas más interesantes, más arriesgadas, están siendo producidas por personas de la comunidad LGBT. Mi compromiso es leerlas y darles difusión en la medida posible.