Por: Fanny Mena Zamora
Llegué a Los Ángeles a finales de 2019, sin imaginar todo lo que vendría a mi vida… sin siquiera sospechar que meses después una pandemia surgiría de China a infectar al mundo entero. Mi historia en esta ciudad comenzó trabajando en la costura, sin saber cómo funcionaba la industria de la moda, con mucha curiosidad y emoción a pesar de que no sabía en realidad cómo era todo esto. Gracias a una amiga que me tendió la mano y el corazón en esta gran ciudad llegué a una pequeña bodega llena de telas, máquinas de coser y personas con más prisa que pulso, este fue mi primer trabajo. Estuve una semana, sí, sólo cinco días hábiles trabajando, cosiendo prendas de moda rápida, que seguramente se venderían a bajo costo. Al final de la semana decidí no volver a ese lugar, sólo un par de días después, bajo la incertidumbre de no saber qué pasaba y en un país ajeno, quedé varada y sin trabajo en medio de la caótica pandemia del 2020. Por azares del destino, comencé un nuevo trabajo, el cual disfruté y en el que aprendí mucho; lo hice durante todo lo que duró la pandemia, en producción e inspección de indumentaria médica, para frontliners que atendían la Covid, mientras la gran ciudad estaba vacía. Sólo los trabajadores esenciales salíamos de casa. Cuando nos mostraban las fotos de los médicos usando esas batas que parecían de astronautas sentí que de alguna manera mi trabajo fue parte de la historia, y que con él ayudé a proteger a quien salvaguardaba vidas en el hospital.
Eventualmente el trabajo terminó, comenzó nuevamente mi búsqueda, pese a todo siempre me mantuve fuerte y optimista, pero otras veces sí me derrumbé a solas, aprendiendo que en la vida hay cambios constantes, que no gana el más fuerte, sino el que mejor se adapta. Realicé un par de trabajos relacionados a la moda, logística y producción, sin perder mi enfoque, pero hasta el 2022, a través de la universidad donde estuve unos meses, encontré una oferta Second fashion designer. No lo pensé mucho y me postulé, envié mi portafolio. Al día siguiente, después de la entrevista, ya tenía mi primer trabajo como diseñadora en un corporativo internacional, Por Siempre Veintiuno (Forever 21), precisamente en mi penúltimo año de mis veintes… y bueno, los veintes son para siempre, ¿no? Yo digo que sí.
Los primeros días no me la creía que me pagaban por hacer dibujos y elegir telas chidas, pero sí ya me tocaba estar ahí, pensaba. Ha sido un gran reto y mucho aprendizaje, desde lo más técnico sobre la creación de una prenda para el día a día, hasta lo complejo de la producción y la importación, cada detalle cuenta. También debo contarles lo enriquecedor y retador que es trabajar y coordinar con humanxs de todas partes del mundo, con culturas e idiomas diferentes, definitivamente era uno de mis dream job, lo que mi yo adolescente soñaba. Probablemente si lo hubiese planeado no lo hubiera logrado, dejar ir el control y fluir, pero soñando y trabajando todos los días fue clave.
Mi más grande sueño es seguir creando con mi marca homónima (sí, esa que se llama igual que yo). Siento que cada día voy pavimentando el camino hacia ello. Pese a lo que se pudiera pensar, la moda es algo serio y de suma importancia, es el reflejo de la sociedad a través de la historia. To be continued… Creo.