
Por Aida Paulina Casillas Landeros
México es un referente de la cannabis a nivel global, históricamente se ha conceptualizado y consolidado la relación de esta planta con la sociedad mexicana y esto no es desacertado, ya que ha estado presente en nuestro territorio desde la época de la conquista española y, desde entonces, sus usos, categorías y percepciones se han modificado, efecto de diversos sucesos, algunos guiados por el desconocimiento, como lo fue considerársele factor de pobreza, delincuencia y enfermedad, razón que marcó la postura prohibicionista de México; este error ya no es posible en la sociedad del conocimiento en la que estamos insertados y nos desenvolvemos.
En la actualidad estamos avanzando en la apreciación de la cannabis, la apertura del tema ha servido para reconocer el respeto a los derechos humanos y emprender en la estructuración del ideal social, pues se ha declarado que pensar en un mundo sin drogas es utópico, especialmente la cannabis, se trata de la droga más consumida a nivel global, por lo que el replanteamiento de su posición en nuestras sociedades significa la oportunidad de conciliar los años de repudio que sólo afectaron el tejido social, pero sobre todo aprender a convivir con esta planta, conviniendo que debemos establecer una precisa relación que satisfaga las demandas y necesidades que requiere la pluralidad de los mexicanos, usuarios y no usuarios.
Ha sido complejo acertar en cómo debe estar insertada en nuestra sociedad, los diálogos y posturas son diversos, pero debemos procurar la verdad, la viabilidad y la imparcialidad.
Poco a poco la promulgación de leyes, la creación de negocios de cannabis, el activismo y la investigación pertinente desde distintas disciplinas, suman a la ruta de soluciones que requiere México, ya que, de manera fundamentada, contrarrestan la imagen negativa, el desconocimiento y el rechazo que ha prevalecido en este país, pero, ¿de qué forma percibimos estos cambios? Sin duda han servido aquellas declaraciones oficiales que desde diversos niveles expresan hechos sobre la cannabis: que ya no es considerada un narcótico, que no se tolera más la discriminación a los usuarios de esta planta, la despenalización como clave para alcanzar la paz en nuestras sociedades, los evidentes beneficios a la salud y el hecho de que debemos aceptar el libre desarrollo de las personas que hacen uso de la cannabis.
Debemos consentir, consultar y considerar a todas las partes que participan. Aunque lo anterior mencionado ha sido un logro para quienes forman parte de la comunidad cannábica, es correcto contemplar con quiénes convivimos, insistir en la comunidad como base para corregir y avanzar en las dificultades sociales. Sería productivo inculcar e incluir la voluntad de cada persona por descubrir la realidad de cannabis, estimulando así el juicio y el razonamiento para decidir sobre ella, porque no se trata de promover el consumo, sino de apropiarse del conocimiento, de saber qué hacer con él.
La invitación a informarse, cultivarse y entender la cannabis es abierta, comprendamos mejor todas las partes que componen este fenómeno.