Kynódontas
Pudimos ser otra familia, haber envejecido juntos
ver levantarse los árboles que plantamos fuera de casa
Los que inicialmente eran una semilla y una promesa
Pudimos haber permanecido enfrente del televisor
comer en la misma mesa enfurecidos por el “pudimos ser otra cosa”
Pero estar ahí, como un ornamento más de la casa
Decir qué calor hace, qué sueño tengo
Y de repente llenarnos de hijos. Pedirles que no se vayan, que crezcan con nosotros
Ensancharíamos las camas, pondríamos más comida al fuego
Y no importaría.
Qué gran familia, dirían, como si fuéramos un pequeño país en donde somos felices
Monólogo de una mancha de sangre
Yo soy la mamá de mi mamá
Creciendo sobre el vestido blanco
Nacida de la herida abierta del amor
Puedo ser ceniza en el cráneo de Adán. La primera cabeza
O corteza
que se extiende en grieta sobre el rostro del mundo
He colocado mi ser y extensión en vocecitas blandas y asustadizas
De todos los que vienen, frágiles
Arrastrados fuera de los errores del vientre
Yo soy la madre dolorosa
Vitalmente líquida y pesada
Vestida del color de las pasiones
A veces duermo en los pájaros que se yerguen en los árboles, sabios y sombríos
Como una cruz mirando la muerte
A veces descanso fuera del pecho, en el galope quieto de un viejo caballo
O deambulo como río nocturno en los campos de batalla, después de la pólvora
Entre los cuerpos de los hombres. Volcanes apagados
Yo soy la mamá de mi mamá
Generación tras generación en un vestido de bodas, inflado de ausencias
De los cuerpos que se amaron y ahora son sexos abatidos
Nahual
Papá era un miserable
Tenía por dientes colmillos que sus labios de hombre viejo cubrían
y en el rostro, un vello espeso y negro
como su alma revuelta en el odio a la vida
En el espejo hay una mancha rota de su sangre
Moviéndose como un animalito
Como las cosas que tienden a desaparecer
Papá era un perro golpeado, sin mano que acaricia
pero ¿cómo abrazar a una estatua?
Solo su sombra era compañía
Lavó sus culpas con nuestro apellido
Y cada noche que hacía su epitafio
Hundía las manos en la vergüenza de no recordar los nombres de sus hijos
Padre, no es necesario que el perdón te absuelva
Cuando de verdad quieres a alguien
Solo te basta que exista
Bienes mancomunados
Mamá y papá entre muchas cosas, compartían la medicina
Una cartera es suficiente, decía papá. Liberaba una pastillita y la partía en cuatro partes
Solo le daba una parte a mamá, compartían el vaso de agua y se iban a dormir
Buenas noches, decían
Buenas noches, decíamos
Y dormían, dormían juntos, aunque soñaban por separado.
Una familia es una dictadura de muchos años, donde a veces suceden golpes de estado
En casa no hubo adioses
Nos fuimos yendo por orden de aparición
Solo mamá permanece por si se nos ocurre volver
En el centro, siempre defendiendo la bandera de nuestra sangre
Todos dimos por hecho que no volveríamos
Y no volvimos. Al menos, no a lo que éramos
Los de los cuerpos robustos y sin voz
Los del corazón húmedo e hinchado de tanto sentir
No puedo pensar en mis padres sin llorar, también me pasa con mis hermanos
La casa nos parió fuera de ella
Solo mamá pudo soportar su despojo
Cuántas veces no fracasamos en las mismas cosas
Cada vez que fracaso pienso “aquí estuvo papá”, “acá estuvo mamá”
Y siento que cada vez compartimos más, que la lengua sanguínea
Poemas incluidos en el libro Casa infantil.