FROYLÁN ALFARO
Imagina que pudiéramos usar un traje con alta tecnología que nos permita planear desde los rascacielos al caer la noche y luchar contra el crimen con una precisión milimétrica, que tuviéramos una visión mejorada para ver en la oscuridad y usáramos un avanzado sistema de detección para percibir el entorno circundante, y que pasamos el día recluidos en una cueva secreta debajo de una mansión. Hasta donde alcanza mi imaginación (que no es mucho), esto sólo me dice cómo sería para mí comportarme como Batman. Pero no se trata de eso. Lo que quiero saber es cómo es ser Batman para Batman.
El filósofo Thomas Nagel escribió en 1974 un artículo llamado ¿Cómo es ser un murciélago? en el que expuso la existencia del “carácter subjetivo de la experiencia”, una apreciación única y personal de lo que nos sucede, por lo que la vida mental y la conciencia no se pueden reducir a términos puramente físicos. Nagel habla sobre un murciélago y en el texto del inicio me refiero al hombre-murciélago, pero el argumento es el mismo: si existen experiencias que nunca podremos experimentar, entonces existen hechos de la experiencia cuya naturaleza exacta está fuera de nuestra comprensión. La incomprensión de estos hechos radica en su naturaleza subjetiva, es decir, el punto de vista particular de quien tiene la experiencia.
Podríamos argumentar en contra de esto, como se hace en ocasiones, que si la experiencia se describe de manera completa y adecuada (lo que sea que eso implique), deberíamos ser capaces de comprender esos hechos de la experiencia que no podríamos experimentar. Por ejemplo, la experiencia de ser Batman y no sólo pensar cómo sería ser Batman. En todo caso, no existiría algo llamado “subjetivo” en la conciencia, pues todo sobre ella podría describirse de manera “objetiva”. Como, por ejemplo, al describir todas las características físicas (objetivas) de una manzana deberíamos ser capaces de comprender lo que es una manzana, incluso su sabor, aunque nunca hayamos visto o probado una manzana. Los que están en contra del elemento subjetivo de la conciencia dirían algo similar, cambiando las manzanas por personas. Pero antes de concluir algo así, vamos a realizar otro experimento mental.
Imaginemos a María, a quien desde su nacimiento la encerraron en una habitación en la que todo estaba en blanco y negro. Pueden imaginar que tenía un celular, pero de igual manera todo lo que veía y había visto desde su nacimiento eran escala de grises (incluyendo su cuerpo y no pregunten por qué). María recibió una educación muy completa y se convirtió en una gran científica, sabía todo sobre la naturaleza física del mundo, sobre nosotros y sobre nuestro entorno. Todo sin salir de su habitación en blanco y negro. Un buen día, se liberó a María de su reclusión y salió al mundo exterior. ¡Veía los colores por primera vez! Aunque sabía todo lo que hay que saber sobre los colores aprendió algo nuevo, algo que no es posible aprender a través de descripciones ¡aprendió cómo era ver los colores!
Si ustedes aceptan esta última afirmación, entonces estarán de acuerdo en que hay hechos de la experiencia cuya naturaleza exacta está fuera de nuestra comprensión a menos que nosotros tengamos esa experiencia.
Rememorando el primer párrafo, nunca sabré lo que es ser Batman para Batman, pues aun teniendo la experiencia, sería mi experiencia y yo, lamentablemente, no soy Bruce Wayne.
Cerraré esta breve entrada con algunas conclusiones. La primera, hay padres como los de María que al parecer no son buenos padres. Segunda, hay hechos que no son físicos o que no se pueden reducir sólo a descripciones físicas, como los estados mentales y la conciencia. Por lo que parece que la capacidad de la ciencia para capturar la totalidad de la experiencia humana tiene sus limitaciones, lo que debería de empujarnos a reconocer y aceptar que hay experiencias individuales y únicas (de los otros) que no podremos comprender. Tampoco podemos asumir que comprendemos completamente la vida interior de otra persona; por ello deberíamos ser más empáticos. Y por último, nunca sabré lo que es ser Batman, así que chale.