Algunos espacios se vuelven memorables a fuerza de constancia, otros toman importancia porque la vida ha transcurrido sencilla, porque el momento ha tomado relevancia por la tranquilidad y la convivencia. Hay algunos sitios que se convierten en hogares donde siempre están las puertas abiertas, donde las ideas se comparten, los saberes se socializan y las amistades se fermentan. Estos lugares se sienten como una fogata en medio del invierno, con los amigos alrededor de una hoguera.
Hay espacios que, además de todo lo anterior, se convierten en resistencia: reavivan tradiciones que existen con la constancia de aquello que se niega a morir: tomar un pulque con sabor a cempaxochitl debe ser una de las experiencias más bellas que se pueden realizar en otoño, saborear el mazapán con el recuerdo de algo que ya no va a ocurrir, beber los frutos rojos mientras tus mejores amigas te acompañan en los momentos cruciales de la vida, compartir el amor y las sonrisas cómplices, pero también beber la poesía, compartir el misticismo de un mezcal y un cuento de terror, escuchar que hay más como nosotros, desplegados por una pequeña ciudad, pero reunidos de vez en cuando alrededor de un regalo de los dioses: el pretexto a veces es el pulque, a veces la vida cultural es el pretexto para el pulque, pero siempre es un placer estar en el hogar de Coneja de la Luna.
Coneja de la Luna es un sitio acogedor, donde siempre hay espacio para la camaradería y las ideas, los proyectos son bien recibidos y la cultura es el pan de cada día que acompaña las degustaciones de los distintos curados de pulque. Michel es ese anfitrión que siempre abre las puertas para quien necesite el espacio para compartir inquietudes: su hogar ha sido galería, conversatorio, escenario y aula, ahí convergen las voces de principiantes, aficionados y consagrados, todos caben en este espacio y las jerarquías se desdibujan, aquí todos somos bebedores y amigos.
Celebremos, queridas lectoras y estimados lectores, la resistencia del pulque, la amistad y la calma, porque esta bebida no se hizo para tomarse a prisas. Celebremos los espacios que son más hogares que locales comerciales por el ímpetu de continuar con una tradición y avivar el misticismo de conjuntar el regalo de los dioses y la vida cultural. La muerte no está cerca y, mientras haya espacios como Coneja de la Luna, juntos ¡incendiamos la cultura!
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero