Del verbo caer
Se me cae de las manos,
de la nada,
un vaso, una botella
con un velero dentro, y el velero
también es de cristal,
de porcelana o terracota,
y se me caen jarros de flores
y el reloj y los lentes
dando tumbos,
trastabillando brazo abajo,
tropezando en el codo,
el reloj tropezando con el tiempo,
los lentes tropezando con la imagen
hasta la palma de la mano,
hasta el último dedo
que no puede tampoco sujetarlos.
De las manos
el dedo,
las falanges, las huellas digitales,
la cara misma de vergüenza
se me caen,
se me van hasta el suelo,
y lo que ya cayó vuelve a caerse,
a caerse de mí,
a caerse conmigo,
con el que ya no soy,
con el que no seré,
con el que pierde
la botella que ya no es la botella,
el vaso que no es vaso,
los lentes y el reloj que ya no son,
las ausencias de todo
lo que cayó, que me perdió,
que me dejó
diciendo solo todo esto.
Rodent Mitigation
Kathleen Corradi, primera persona en dirigir el programa de mitigación de roedores de la ciudad de Nueva York, supervisará los esfuerzos encaminados a disminuir la población de ratas.
New York Times, 12 de abril de 2023
Está en el Times de hoy, 12 de abril
del año de la peste
(porque todos los años
lo son de alguna forma):
Nueva York me ha nombrado
su flautista de Hamelin,
zar de alcantarillas
y perito en plagas.
Mi deber:
acabar con los roedores.
Pero en el cuento del flautista
no se sabe si son ratas o niños,
así que lo mejor
es no emplear verbos como “exterminar”
o “erradicar”, no sea que vengan y me acusen
de sugerir esto por aquello:
el niño por la rata,
la especie humana por el niño,
el mundo entero por la especie humana.
Vale más quedarse
con Reducción de Múridos
o hasta Mitigación Roedora,
y todos tan tranquilos.