Entrevista con Elsa Guízar
Elsa Verónica Guízar Gómez, artísticamente Elsita Cuenta Historias, es politóloga de la UNAM, narradora oral escénica desde el 2019 y mediadora de lectura por parte del Programa Nacional de Salas de Lectura; también es músico lírico, cuidadora de infancias y estudiosa de la musicoterapia.
El Mechero: ¿Desde tu formación profesional como politóloga hay alguna influencia hacia tu labor como cuentacuentos?
Elsa Guízar: Sí, porque como politóloga tengo un enfoque y preocupación hacia las problemáticas sociales y justamente con mi quehacer como narradora trato de dirigirlo también hacia ese propósito, apostándole al arte como una herramienta de transformación individual y social, por eso siempre pienso en los cuentos como un puente para poder llegar a la comunidad y proponer con algún mensaje una mejor convivencia como sociedad, tanto para las infancias como para jóvenes y adultos.
EM: Entonces, ¿en tu labor artística hay un enfoque no sólo para las infancias, sino para un público en general?
EG: Sí, exacto, la apuesta también es llegar a todos sin importar qué edad tengan, esforzarnos para que los cuentos dejen de ser vistos e incluso prejuiciados (desde una mirada adultocentrista), como algo exclusivo de la niñez.
EM: ¿Cómo es la reacción de cada uno de estos sectores generacionales a la hora de la función?
EG: Cuando son funciones familiares, los adultos se permiten disfrutar a la hora de participar en los juegos, también cantan y dejan volar su imaginación. Creo que eso sucede a partir de la empatía que sienten al ver a los niños gozar, en ese punto ellos igual gozan. Y bueno, con adolescentes es muy distinto, precisamente por la mirada adultocentrista, cuando llegan a esa edad es un clásico escuchar “ya no soy un niño, no me interesan los cuentos”, ahí las y los narradores tenemos una importante tarea de resquebrajar ese prejuicio y afirmar que los cuentos son para todos, con diversos mensajes, estilos y formas según la edad.
EM: Cuéntanos un poco de la reacción del público cuando los cuentos van enfocados hacia la reflexión desde las malas experiencias. ¿Cómo se toma el público la prevención del acoso y del delito o, incluso, la superación de traumas?
EG: Depende desde dónde se aborde, es decir, si es desde lo chusco o con un ambiente más solemne y sensible; ambas son válidas, el punto es que mientras sea desde el respeto y la empatía el público lo asimila y acepta, muchos en silencio se identifican con el contenido, mientras que otros optan por nombrarlo, ambas formas son valiosas e importantes de reconocer y darles su lugar.
EM: ¿Cómo se da la curaduría de cada función?
EG: Bueno, no hay un manual que determine exactamente los pasos a seguir para elegir y construir el montaje. En mi caso investigo, busco en distintas fuentes y hago una selección de los posibles cuentos que apliquen mejor según el público y el lugar donde me presentaré. Sin embargo, la casualidad también me ha llevado al cuento ideal, es decir, donde y cuando no espero encontrar nada, ahí de pronto se muestra ante mí. Después de eso, ahora sí, sigue ensayarlos, y sobre todo concientizarlos de tal forma que se conviertan en “algo propio”, con el fin de contarlos como si de verdad me hubieran sucedido a mí o como si yo los hubiera visto con mis propios ojos.
EM: ¿Qué tanto apoyo hay para los foros de narración oral a nivel estatal y federal?
EG: Es muy diverso el panorama, según el estado, se dirige y gestiona de distinta manera el apoyo. En Zacatecas, como gremio, seguimos viendo que aún falta más recurso para llevar nuestra labor a más espacios y con mayor constancia; creemos que se necesitan más estímulos para la creación, e incluso para nuestra formación que nunca se detiene (como la de ninguna otra arte). De igual forma, los proyectos no institucionales seguimos resistiendo, nos organizamos como gremio y entre artistas de otras disciplinas para tener actividades en cafés, plazas públicas, librerías, parques y donde sea que se pueda llevar el arte de la palabra.
EM: ¿Alguna recomendación para los lectores y compañeros de El Mechero?
EG: No tengo un libro favorito (todos me gustan ja, ja) pero, por ejemplo, yo recomendaría el libro 22 Huérfanos de Tjibbe Veldkamp. Este cuento es un ejemplo de cómo de adultos nos olvidamos del juego, el sentido de libertad y la rebeldía que está presente en la infancia, pero los huérfanos de esta historia, desde la diversión y su intrepidez, le enseñan a la directora de su orfanato una gran lección. Y bueno, agradezco mucho este espacio y sugiero, a su vez a los amigos de El Mechero, que sigan abriendo las puertas a este tipo de literatura, pues como ya he repetido no sólo es para la niñez, ya que personas de cualquier edad pueden identificarse con su contenido.
EM: Para finalizar, ¿hay gira en puerta, presentación o en dónde te podemos encontrar?
EG: ¡Sí! Todos los domingos (desde julio y hasta noviembre) en el parque Sierra de Álica, como parte del equipo del Foro Permanente de Narración Oral (de la mano del IZC), estamos ofreciendo funciones de narración oral con diversos invitados locales, y en algunas de esas funciones también estaré yo (una vez al mes) compartiendo cuentos. Pueden seguirme en mis redes sociales para revisar la programación: Elsita Debacle en Facebook y en Instagram como @elsita_guizar. También pertenezco a la colectiva de narración oral Flores del Desierto, y a partir de julio arrancamos con diversas actividades por parte del programa Alas y Raíces, por lo pronto en Tacoaleche estaremos con un taller multidisciplinario para niñxs. Poco a poco iremos difundiendo las fechas de próximas presentaciones en nuestra página de Instagram @colectiva_floresdeldesierto. Por último, ¡con mucho gusto quiero anunciar que próximamente me integraré al equipo de puntos suspensivos con cápsulas visuales de narración oral donde podrán ver cuentos una vez a la semana!