
El mar como frontera del silencio
Hay libros que nos atraviesan como una ola lenta. No por su furia, sino por su profundidad. Hay libros que llegan con la marea baja, dejan al descubierto lo que duele: huesos, escombros, algas, oraciones rotas. Detrás del silencio está el mar, de Rosa Vázquez Jiménez, es uno de esos libros que nacen en la orilla, donde la palabra comienza a ser sal.
En este poemario no hay certidumbres, sólo la tentativa de una respuesta que se diluye en la espuma. La poeta lanza su voz contra lo inconmensurable, ese mar que no es metáfora sino cuerpo, memoria y luto. “Ayer me dijo el mar / que la tristeza inicia / donde sus alas mueren”, escribe, y el verso se hunde en quien lo lee como piedra delicada.
Rosa Vázquez Jiménez sabe del rumor del agua, de la insistencia del oleaje. Su poesía es una geografía de la ausencia: cuerpos que se disuelven en la marea, voces que titilan bajo la superficie, hogares que tiemblan en medio de la lluvia. “Si mi casa fuera de mar”, dice, y entonces lo imposible se vuelve imagen: las paredes de madera gimiendo bajo el peso de los ahogados, las sirenas bailando entre los retratos.
Este libro no se construye con retóricas del dolor, sino con una fineza que desarma. Cada poema es una gota suspendida entre la vida y la muerte, un instante detenido en el umbral de lo que no puede nombrarse. La tristeza aquí no se grita, se escucha: “La tristeza es un cisne aperlado / esparciendo sus alas al borde del mar”. Y es justo en esa imagen donde la escritura se vuelve cuerpo: el cuerpo de la madre que cae al acantilado, la espalda del padre que llueve, la infancia que se encorva con el paso del tiempo.
Sin embargo, queridas lectoras y estimados lectores, no todo es pérdida. También hay una lucha por sostener el mundo, aunque el pulso tiemble. Hay un intento, frágil pero firme, por encontrar belleza en medio del desamparo. En medio del mar, dice la autora, también habita la esperanza. Tal vez por eso sueña con peces, con jardines de palabras, con un lugar donde sea posible recostar el hambre y decirle a la muerte: no.
Detrás del silencio está el mar es un acto de resistencia íntima. Una plegaria sin fe pero con verdad. Un libro que no busca respuestas, sino eco. Porque como dice uno de sus versos más entrañables: “La nada comienza con el silencio / y el silencio con el mar”. Y es desde ese punto donde Rosa Vázquez Jiménez comienza a decir lo que, por tanto tiempo, no se dijo, y aquí, en esta edición de El Mechero, les dejamos un precioso texto sobre este libro de nuestro querido amigo, Ibán de León, así como una selección de poemas a cargo de él mismo.
Que lo disfruten y no olviden que, con marea alta o baja, juntos ¡incendiamos la cultura!
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero