Por: Alberto Avendaño.
Hace once años que supe por primera vez de David Meza y su El sueño de Visnu; leí un fragmento en la red y me sacudió tan fuerte que quise leer todo el libro de inmediato. Para mi mala suerte se había editado en España y yo era un morro sin recursos para poder darme el lujo de encargar una edición española. Pasaron los años y a ratos me olvidaba de aquella tentación, pero a ratos regresaba el deseo de leerlo, hasta que hace poco lo encontré y de inmediato lo adquirí.
El libro es una suerte de viaje onírico con un protagonista entre lautreamontiano y adolescente de principios de los 2000’s. A ratos gracioso, en ocasiones trágico, pero siempre sorprendente como un simio que en el zoológico parece tranquilo y luego comienza a masturbarse mientras se ríe de nosotros. El libro inicia con un tono muy huidobriano, cosa que muchos critican de mala manera, aunque a mi parecer está perfecto, uno termina de leer Altazor y pareciera que de la nada llegan los poderes de poeta. El tono va evolucionando, sin dejar las reminiscencias de Huidobro a lo largo del libro. Pasamos por los juegos de palabras y los absurdos bien aplicados hasta la poesía visual. Alguna vez escuché el término “novela del todo”, creo que en este caso se podría aplicar “poema del todo” al sueño de Visnu. David Meza escribió este largo poema desde los fragmentos que lo componen, son siete principales, pero que se podrían bifurca hasta el infinito sólo porque llega una voz explicativa en el epílogo para frenar el poema.
Este poema bien podría estar escrito en la lengua de dios, pero no, está escrito en español y aprovecha el lenguaje de manera absorbente. Todo en el libro es imagen, no hay un fraseo que no crea un mundo, hay mundos más logrados que otros, pero al fin y al cabo mundos. Si algún ser de nuestro plano habitara el libro vería la vida en los ojos de una caricatura, encontraría en el sinsentido el ciclo de la vida para al final descubrir que no es más que un poema dentro de otro poema. No sé si David Meza sea el poeta más influyente de mi generación, pero creo que sí es el más talentoso, no hay en el libro otra cosa que no sea la magia de la palabra.
La espera valió la pena, creo leí el libro en el momento indicado de mi vida, pero no lo releería —sólo fragmentos—, pues creo que me deja tan buen sabor de boca que no lo quiero perder con el tiempo, cuando me vuelva un viejo amargado y conservador.