Declarar sobre un fin es abrir las posibilidades. Escribir sobre el declive personal es dejar constancia de tu huella en una playa que será consumida por el oleaje, si tenemos suerte algunas pisadas serán petrificadas con el andar del tiempo, entonces existirá el vestigio de que estuvimos aquí, aunque lo que conocemos ya no. A lo largo de la biografía del mundo desaparecieron seres que ahora sólo imaginamos, en nuestra propia vida hemos atestiguado la pérdida de especies y el nacimiento de nuevas, pero algo es cierto: el planeta no será el mismo que nos vio nacer una vez que marchemos.
Grolar es una crónica de la muerte de un cosmos y la esperanza de algo nuevo, es una bitácora de nuestro propio cuerpo en el de la voz poética, una posibilidad que muchos padecieron y otros tuvimos la fortuna de no conocer.
En este cúmulo de poemas, Raúl García Rodríguez nos habla de la transmutación, de fantasmas blancos que juegan como niños en los hospitales mientras balancean las herramientas médicas, de la vestimenta de nuestros ancestros, quienes nunca tuvieron la oportunidad de mandarse hacer un vestido o un traje a la medida, del sino de quien no posee ni su propia desnudez; sin embargo, también es una muestra de que en nuestro baúl personal somos dueños de una cosa: los objetos de nuestra infancia (un oso de peluche con su nombre bordado en una pata, por ejemplo), aunque incluso ya no tengan cabida en nuestro ser adulto, y las memorias, las propias y las de nuestro linaje.
Raúl entrelaza el declive de un mundo y el de un individuo: no es muy distinto cómo se derriten las capas de hielo, cómo se evapora cada una de las células que conforman el cuerpo planetario o el propio. Los osos se quedan a la deriva de una placa de hielo sólo para esperar la muerte, las personas naufragamos en este pequeño bloque hasta que también nos llega la hora de partir.
Este poemario nos recuerda el gran virus que somos, dejamos sin hogar a otros seres que tienen que vivir el éxodo del movimiento para intentar sobrevivir, ¿quién dijo que la migración sólo es un concepto humano? Familias desplazadas en el semidesierto por la violencia, Árticos que dejan de ser hogar y se convierten en pueblos fantasmas de agua.
No obstante, a pesar de las pérdidas, de la voz nostálgica que acompañan las palabras, también hay un vestigio de esperanza, inasible en muchas formas: la resiliencia y transformación, la creación de algo nuevo.
“Las humaredas se acumulan en la atmósfera y provocan el calentamiento de la Tierra (…) el grosor del Ártico disminuyó 40 por ciento en los últimos años (…) tras el éxodo forzado, el oso polar se mezcló con el grizzli (…) aún carece de nombre científico la nueva especie (…)/ grolar no está en el diccionario”, nos confiesa Raúl en lo que tiene la función de pequeño prólogo, antes de sentarse a cantar ¡oh, musas! la cólera del cosmos.
No lo olviden, ¡juntos incendiamos la cultura!
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero