
Por: Alberto Avendaño
Desde hace unos meses se lee en redes sociales la incertidumbre por la inteligencia artificial, en especial para ChatGPT, el cual es un algoritmo que procesa textos según las indicaciones que le demos. Podemos pedirle que nos haga un escrito en el que Benito Juárez tiene un amorío con John F. Kennedy, pero que introduzca en la trama una batalla contra Gokú SSJ 4 ambientada en la Edad Media, y lo hará. De igual manera le podríamos indicar que escriba una elegía a la reciente pérdida de las Chivas en la Liga MX y también lo hará.
ChatGPT es una de las tantas inteligencias artificiales que existen, hay también procesadores de imágenes, de audio, incluso de vídeo. Coca-Cola acaba de lanzar un comercial realizado totalmente con una inteligencia artificial y, ¿saben qué?, le quedó muy bien. Es una realidad que la IA ha comenzado a quitar trabajos, Dropbox despidió a 500 empleados y el pretexto fue la IA. Mucha gente está temiendo por sus empleos y entre tanta persona que teme hay un sector que en lo particular me llama la atención: los poetas.
Los leo presentar sus dudas: “¿Una IA se puede ganar premios de poesía?, ¿lo que hacen las IA se puede considerar poesía?, ¿llegará el día en el que los poetas seamos prescindibles o sustituibles por una IA?” También los leo presentar sus quejas, temerosos de no comprender la realidad que les tocó por azar, y, en el mejor de los casos, veo sus memes sobre el tema, nada mejor que tomarse con humor la realidad que es incontrolable.
A los primeros, a los que se preocupan en exceso por perder sus privilegios de poeta iluminado por la nada creadora, me gustaría decirles que se relajen y que jueguen con la app, no pasarán muchos minutos para que se den cuenta de que todo lo que escribe es basura llena de lugares comunes, con inicios siempre similares y con total carencia de estructuras poéticas, hay más poesía en una canción de Peso Pluma que en cualquier cosa que haya hecho ChatGPT hasta ahora, así que no, por el momento no les quitará sus preciados premios ni su estatus de iluminado.
Esto puede cambiar en un futuro, el software evoluciona a pasos agigantados, aunque carece de cosas esenciales para hacer un poema, no comprende el mundo metafísico que es vital para la poesía y su inteligencia emocional es nula, por ejemplo. No se preocupen, amigos, poetas, hoy no habrá revolución de las máquinas, a la mejor mañana nos roba el protagonismo y, quién sabe, hasta puede que funde su revista literaria o termine publicada en Vaso Roto, pero hoy no.
A los segundos, aquellos que se quejan con miedo, bueno, creo que a un temeroso lo mejor es dejarlo en el laberinto con el Minotauro y que muera o aprenda a sobrevivir. Y al tercer grupo sólo queda felicitarlos por ser como los músicos del Titanic. Aquí seguiremos mientras todos nos vamos a la mierda.