Por Mayté Esparza
Hace unos días nos reunimos para recibir a Freyda Adame en la ciudad de Aguascalientes; ella, junto con Nataxa y Jorge Flores, organizó el Primer Encuentro de Performance en Tamaulipas “40° en Acción” el año pasado, al que asistimos Antonio Palacios y yo. En la reunión también estuvo presente Argel Camacho y Berenice Cortés, quienes han participado como organizador y performer en el Encuentro Internacional de Performance No Lo Haga Usted Mismo (ENLHUM) que en 2023 cumple un lustro de realización.
Al final de la velada nos preguntábamos ¿por qué hacer performance? y ¿por qué reunirnos en torno al performance? El Encuentro No Lo Haga Usted Mismo contiene una alusión directa a la ética DIY por sus siglas en inglés Do it Yourself, traducido al español como “Hágalo usted mismo”, que refiere a la ética de la autosuficiencia. La postura del NLHUM ha sido —hasta el momento— la de evitar cualquier demostración innecesaria sobre la habilidad o capacidad para el arte acción, incluso es el argumento principal para evitar restringirlo a una línea de trabajo, conceptual o curatorial; por tanto, hay una intención de motivar a la exploración, la experimentación desde un espacio de libertad. La ética DIY requiere de la búsqueda de conocimiento necesario para completar una determinada tarea, promueve el conocimiento a partir de la experiencia adquirida a través de “aprender haciendo” con enfoques alternativos desde el conocimiento compartido para la consecución de los objetivos que se hayan fijado y la acción individual como facilitadora para que, entre los involucrados, alcanzar el objetivo común. No hay comunidad, sin objetivo común.
En la cultura punk la ideología DIY se expresa a través de crear a partir de medios muy limitados para que la creación o la producción no esté sujeta al consumo de medios. El ENHLUM opera con una lógica de autoproducción, de modo que, para realizarlo, nos congregamos en torno a la performance y el arte acción que se traduce en una iniciativa fuera de las experiencias regionalizadas de la CDMX, la región Sur o Norte. En el Centro trabajamos con Querétaro, Guanajuato y Zacatecas, donde existen esfuerzos por definir cómo se come la performance en el bajío. Pues bien, como el performance se come con las manos, tomándose a uno por los cuernos para disipar cualquier carga simbólica adosada al cuerpo y las conductas. Para responder había que pensar sobre la tensión entre lo individual y lo colectivo y cómo el arte acción implicaba o no el encuentro con otros, dialogamos sobre las tensiones entre lo individual y lo colectivo y si percibíamos algún desfase histórico de ciertas luchas y consignas con referencia a la colonización y desechabilidad y emancipación del cuerpo. Bueno sí, y para qué desde el performance, ¿por qué poner el cuerpo en esta faena? Las razones expuestas podrían ser que el cuerpo es el recurso más limitado espacio-temporalmente, el cuerpo es nuestra sujeción física, el único medio de autoproducción con el que contamos para reunirnos en torno a nuestras limitaciones es lo que nos facilita contar con nosotros y hacer con los demás. Lo vive Nat para extender nuestros límites; es quizás crear las propias condiciones, modificar este vacío bajío de propuestas desde la performance y el arte acción, para hacerlas recurrentes, para hacerlas posibles en nuestros contextos.
En el performance nada es estrictamente necesario, una prohibición es casi una invitación, y si no estás invitado casi que hacemos una fiesta particular. Así como en el performance nada es necesario es nuestro grado de impredecibilidad, refleja mejor la vida que una obra estática, la performance no es un medio o un resultado en sí, sino una herramienta para preguntarnos y hacer del arte una relación de nuestras realidades con el amplio mundo de nuestras interacciones, hacemos performance desde constreñir nuestras posibilidades, medios y cuerpos al límite para alcanzar una dosis de libertad que nos otorga el coexistir, la organización también es condición lo haga o no usted mismo.