Por Sonia Ibarra Valdez, Arlett Cancino Vázquez y Mónica Muñoz Muñoz
Como mujer no tengo patria,
como mujer no quiero patria.
Como mujer, mi patria es el mundo.
Virginia Woolf
Hace cien años, una mañana fresca de junio, Clarissa Dalloway caminaba por las calles de Londres en busca de las flores perfectas para la fiesta que celebraría en su casa ese mismo día. Es bien sabido que a las mujeres se nos da la conversación interior, el diálogo interno con las múltiples versiones de nosotras mismas, estas se nos agolpan de pronto y el tiempo es un flujo constante que se desborda entre saludos, recuerdos y presentimientos. Esa mañana, Clarissa viajaba absorta de un rostro a otro, de sensaciones a recuerdos, de pensamientos a ideas, remarcando, así, el perfecto caos que anida en la consciencia femenina. A partir de entonces, se convirtió en una de las protagonistas ficcionales más trascendentales para las letras modernas.
En 1925, Virginia Woolf publica La señora Dalloway, solo tres años después de que apareciera el monstruoso Ulises de James Joyce, al que le sobran reconocimientos incluso a cien años de su publicación. No obstante, aunque ambos autores escriben contemporáneamente y son en muchos momentos comparados teniendo como referente ese hecho, la escritura de Woolf se aleja de la de James por su indeterminación manifiesta, su resistencia a catalogaciones, la presencia implícita y explícita a un feminismo precursor, en fin, por la multiplicidad de significados que habitan en sus textos, los cuales son cercanos a la subjetividad de lectores y lectoras atemporales.
Para quienes somos parte del gremio lector de la Virgen Loba nos parece apremiante reconocer su trascendencia en la creatividad de las mujeres; en nuestra generación habita la mirada de Clarissa. Así que, a propósito del centenario del Bloomsday, hace un año, Plumas del Desierto, como colectiva dedicada a la difusión de la literatura y escritura femenina, y Redoma decidimos organizar el Dallowaysday preparando un número especial dedicado a la vida y obra de Virginia. Homenaje en el que se hermanan mujeres académicas, profesoras, estudiantes y egresadas, doctoras, dentistas, historiadoras, economistas, filósofas, amas de casa y periodistas.
Las plumas que se reúnen aquí son una extraordinaria muestra de la manera en la que mujeres como Virginia Woolf han inspirado la creación, el análisis y la reflexión sobre diversos temas de la existencia humana y su cotidianidad. A pesar de la centuria que separa a la autora de La señora Dalloway de las escritoras que aquí publican, existe un diálogo implícito con ella, pues comparten el monólogo interior de Clarissa en sus diarias caminatas por las calles de sus ciudades y, por supuesto, la convicción woolfiana de que escribir y leer son actos feministas en medio del abismo.
Partidaria de la transgresión y la ruptura con el canon literario, Virginia acudió a nuevas formas de expresión con las que vivificó la novelística del siglo XX. Hoy internet se ofrece como una plataforma con la que se trastoca la tradicional manera de escribir literatura. María Isabel Terán Elizondo hace un recuento de la presencia de la literatura en la web, para remarcar cómo la relación de esta con el mundo virtual se estrecha cada vez más. En el texto de Cynthia García Bañuelos, retomando Un cuarto propio, se aborda la influencia woolfiana en la construcción de un modelo teórico para el análisis y la crítica literaria femenina, mismo que considera necesario para la inclusión de obras hechas por mujeres en el canon literario. En los trabajos de las escritoras Katia Angélica de Loera Villagrana, Citlalli Luna Quintana, Mónica Muñoz Muñoz, Lorena Muro Chávez y Eugenia Nájera Verástegui, se brinda a los lectores una pauta para que se adentren en los variados temas que Virginia Woolf trata en sus obras, como los expuestos en Una habitación propia, Flush, Las olas y Al Faro.
Luego, Dulce María García Mireles e Itzel Guadalupe Núñez García, desde el ensayo y la poesía, respectivamente, nos dan a conocer los principales aportes de Woolf al mundo literario y social; por su parte, Anel Guerrero Rodríguez, Rosalba Anahí Rodríguez Haro y Alondra Rosales entablan conversación con sensaciones, personajes y problemáticas sociales que Virginia plasma en sus obras y que siguen siendo parte de nuestra realidad, como lo es también el sexismo en el lenguaje abordado por Alejandra Enríquez Gaytán.
Después, los poemas de Claudia Alonso Cuéllar, Verónica G. Arredondo, Brenda Ortiz Coss y Luisa Vera transportan a los lectores a extraordinarias imágenes donde la complicidad, el deseo, la posible traición, la soledad, la incomprensión, entre otros tópicos, develan a la mujer que, contra corriente, encuentra un lugar en la Historia, en su historia.
Continúa el diálogo con Woolf en los cuentos de Arlett Cancino Vázquez, Astrid Carrillo Garrido, Sara Margarita Esparza Ramírez, Vianey Guzmán, Sonia Ibarra Valdez y Azaret Zamudio, donde se pueden leer historias que descubren a otra Virginia, a la que se puede recrear por lo que se sabe de su vida; en estos textos hay un extraordinario flujo de conciencia, introspección, divagaciones, enfermedades mentales que no son enfermedades, muerte, suicidio y la incomprensión que queda ahogada en un río al sabernos inadaptados.
Para casi cerrar este número Norma Gutiérrez Hernández nos ofrece su perspectiva sobre el libro Miradas diversas: la violencia de género desde las humanidades, publicado en 2022, si bien nos pareciera que no está relacionado con Woolf, hay que recordar que una de las cosas por las que Virginia escribía, como humanista, era por la dignificación de las mujeres en su época, dejando un precedente importante para los estudios de género. En este tenor, para hacernos consientes de quiénes somos, Martha Edith Rocha Orozco presenta un ensayo sobre Las olas, donde se cuestiona nuestra existencia. Queda mucho por decir sobre Virginia y su obra, la recuperación de sus letras abre panoramas que el ojo común es incapaz de percibir. Por eso aquí también se incluye un texto póstumo de Woolf: “La muerte de la polilla”, una traducción que realiza Antonio Sandoval Jasso, especialmente para este número.
Cierra esta maravillosa compilación el escrito de Marina Arjona, en él da su punto de vista sobre el maltrato en el que cotidianamente vivimos, nos demos o no cuenta de ello. Es la época del maltrato, dice Arjona, y nosotras creemos que la escritura y la lectura son herramientas indispensables para modificar las conductas violentas que nos impiden vivir en una patria equitativa y, sobre todo, pacífica.
El número 9 de Redoma se caracteriza por la hibridez de sus textos, diversidad woolfiana en la que se niegan significados monolíticos o dicotómicos para darle cabida la multiplicidad de voces que toda mujer guarda dentro de sí, que todas las mujeres guardamos en nuestra consciencia colectiva. Así el monólogo interior de Clarissa, mientras busca las flores para su fiesta, se prolonga al presente a través de la escritura de todas las mujeres aquí incluidas.