
Fotografía: Project Zu
Ayer me dijo el mar
que la tristeza inicia
donde sus alas mueren.
No hallé más que silencio
sobre las olas
y la dejé ir,
como quien se consume
dentro de una botella;
porque de sal estamos hechos
y en ella moriremos.
Hay un silencio
entre la vida y la muerte:
el mar.
No sabe la lluvia
el esfuerzo del ojo por despertar.
Sedienta la memoria oculta una batalla.
Tomo el compás de la gota,
tomo la espiga que sostiene al mundo.
Es la lluvia un intento de sal en mis manos.
La tristeza es un cisne aperlado
esparciendo sus alas al borde del mar.
Quédate solo, como mis huesos párvulos
balanceándose en la balsa.
Quédate solo, errante,
izando olas como pájaros.
Quédate solo, columpio,
atrapado en el eco del metal.
Quédate solo, cometa,
sollozando en el alambre.
Quédate solo, con tu tos de perro
encadenado a una silla helada.
Quédate solo, como la piedra
con la que tropiezo cada mañana.
Si un día te nombra la muerte
dile que te quedas,
en la certeza del mar al nacer la lluvia,
en la quietud del fuego al hallar el bosque.
Si una noche
te nombra la muerte,
si llueven quejidos como piedras,
detenla
pronuncia tus plegarias a tus hijas.
Invítala al frío encarnado en mis ojos,
a la hora en que el miedo inunda la bahía
y la bruma asfixia los sueños.
Cuando te nombre la muerte,
lo sabré.
Sueño con peces,
torreones de peces
percutiendo un cuerpo
que reconozco como mío.
Sueño con olas
que tiñen en mi garganta
el plumaje de los atardeceres.
Sueño que te gusta el mar tanto como a mí,
que tu espuma retorna a mi piel.
Yo sueño, siempre sueño.
Si el mar naciera en mi casa, si fuese de madera y polvo, brotarían corales de los retratos, algas de la repisa.
Si mi casa fuera de mar, azotarían las ventanas los gritos de los ahogados que tocaron la muerte antes que una plegaria.
Pero la casa es un extraño territorio en el tiempo, agostado por silencios terribles que ahorcan lo que cabe entre la espuma y mis manos.
Esta vez seremos lo que buscamos: una silla donde recostar el hambre, un jardín de palabras luminosas, un techo donde hallar la suavidad de la noche.
Aquel árbol que cubrió la lluvia con su canto, con su inocencia de fruta, era como la cara del cielo, hermano, desde el mar que fuimos.
En sus ramas, las sirenas se mueven como la abuela al barrer la tristeza de la casa.
Ahora su piel es áspera, se ha doblado la infancia.
LA NOCHE MÁS TRISTE DEL TIEMPO
La muerte comienza con el silencio
y el silencio con tu voz.
Frente al espejo
tan triste,
tan dulce,
carcomidas por el tiempo, las cosas.
El polvo aterriza
sobre las lindes de mi carne
como si fuera su hogar
desde hace siglos.
El peso de las sombras
cubre el espacio
que mi madre dejó
al arrojarse al acantilado.
¿Cómo sostengo la esperanza del mundo
si mi pulso se mantiene aturdido?
La tristeza es huérfana,
no le gusta la piedad de los salmos
ni la sonrisa de las flores.
Por eso sangran los patios de mi casa,
por eso llueve la espalda de mi padre,
por eso amargo es el despertar.
La nada comienza con el silencio
y el silencio con el mar.
*La selección fue realizada por el poeta Ibán de León
Fotografías: Cortesía