Cuatro poemas de Karen Cano
Yo también
Yo también quiero un hombre
para hacerlo mi puta,
penetrarlo por el ano
con exquisitos gestos de deseo y desprecio,
para desvirgar cada orificio con mis dedos
hasta hacer de su cuerpo, un cascarón agujereado
como un queso,
agarrarle la cola y presumirlo
como un trofeo
porque es mío,
porque yo me lo apropio cada que lo meo.
Yo también quiero un hombre
para culearlo en días festivos,
para sujetarlo de la cabeza
y restregar su boca con mi pubis,
no importa que no respire,
dejar que pasen los días y no llamarlo
dejar que pasen las noches y un
día aparecer en la puerta
decirle: “Hola, perra”
sonreír orgullosa cuando se ponga en cuatro
y meterle mi falo de plástico.
Un hombre para repetirle que no llore,
para divertirme,
para beberme sus horas más felices,
para que me haga venirme
una, dos, las veces que yo quiera
porque soy incansable,
porque no tengo límites
y después quiero otro hombre,
más o menos parecido,
para darle un anillo bonito
y decirle que a él sí lo amo.
Cabizbajos
Se sienten muy chingones por la verga,
pellejito sensibloide
que llora al excitarse,
tripita fea que nunca tiene el tamaño
adecuado para nuestras necesidades,
intento de proyectil
que sólo dispara nimiedades.
Toda la soberbia fuerza
se deposita en 10 centímetros de piel colgando,
su orden de apropiación sobre nuestro cuerpo
se basa en un insignificante nervio humano.
Habría que ver quién se come a quién en el acto,
revindicar los roles de género,
por el bien de ustedes, hombres cabizbajos.
Ventosas
(fragmento dedicado al sexting)
(…)
¿Quieres una foto mía?
Estoy jodida, bebé.
Ya apagué la luz
pero me describiré:
Tengo la lengua suelta
y hasta el vientre
porque me suicidé ayer.
Un hombre me dijo que mi cintura
era muy ancha para sus manos
y tiene razón, soy en general
muy grande para él.
En mis mejillas hay huellas,
unicornios negros y apesadumbrados
cabalgaron hasta mis pechos
pequeños
como dos uvas que sobraron
del martes de oferta.
Mi estómago es ácido
como la verga de los tipos
que me amaban, que me amaron
con los párpados cerrados
en la luz. Hay un puente
en mis encías
por ahí calo el filtro
de mis Pall Mall.
Fumo cuando me siento triste
y cuando me duele la garganta
desearía dejar de fumar.
Otra cosa,
¡Seguro!
Tengo las nalgas planas
porque escribo mil cosas al día
y escribo mucho
sobre ti y sobre los otros
y espero mucho
a que las cosas sean distintas
cuando me levante.
¿Para qué quieres una foto mía?
Estoy jodida, bebé,
y sola
jodidamente sola.
Ventosas
(fragmentos dedicados a las mujeres que sienten que son feas)
(…)
No soy bonita,
nunca me preguntaron por mi flor favorita.
Fueron más las fiestas que pasé sobre la mesa.
No tengo buena cara
solo problemas
algunos versos ácidos pegados al paladar,
un par de cigarrillos en la bolsa,
un vientre cómodo sobre el cual dormir,
dos esmeraldas por ojos
brillan acuosas por la noche.
No soy bonita,
si lo fuera seguro iría a buscarte,
te tomaría de la mano,
la engancharía a mis tripas,
te pediría que me hicieras canción
como si de mi pubis saliera música
y no lágrimas.
No soy bonita
pero hundida en tus pupilas
estas cosas no importaban
en otro lugar, con otra gente
no estás pensando en mí.
Si lo hicieras sería dichosa,
la dueña del mundo
la más bella de todas.
(…)
Quisiera ser de huesos evidentes,
y de piel firme incorruptible
al rechazo de nadie
un cuerpo níveo
idílico
marcado por el deseo.
Cuando yo muera quiero
que digan que me cogí a todos
los poetas de mi generación
y que no lloré por ninguno
ni siquiera por el mejor.