Imagen destacada: Ulises y las sirenas, John William Waterhouse (1891).
JUAN HORACIO GARIBAY
Con Homero la evidente “odisea” comienza en la “Telemaquia”: cuando Telémaco hijo de Odiseo hace el periplo, advertido y aconsejado por Atenea bajo la figura de Mentes – señor de los tafios-. Advertido porque la diosa, primero, le anuncia que: “verdad es que Ulises no ha muerto en la tierra, antes bien, está preso con vida en el ancho océano”.1 Y, segundo, aconsejado porque le siguiere que vaya en busca de noticias sobre su padre con dos de los caudillos de la guerra de Troya: Néstor y Menelao. Dice así: “… marcha a Pilo primero e inquiere a Néstor divino; desde Pilo ve a Esparta y pregúntale allí a Menelao”.2 Luego, siguiendo lo dicho, esta misma “odisea” concluye cuando Telémaco regresa a Ítaca y se encuentra con su padre –que transcurre en el desarrollo del “Canto XV” y del “Canto XVI”. Pero antes, de nuevo, Atenea urge a Telémaco para que regrese a Ítaca, sin pasar por Pilo (pues los pretendientes de su madre intentan emboscarlo). Una vez que Telémaco llega Ítaca se dirige, previamente, a la majada de porquerizo Eumeno, donde está Odiseo ataviado de mendigo. Telémaco no reconoce a Laertíada. El héroe, a la mitad del canto cantado, devela a su hijo su auténtica identidad: “Soy tu padre, aquel padre al que lloras ha tiempo sufriendo pesadumbres sin fin, soportando violencias ajenas”.3 Fin, propiamente, de la evidente “odisea” o “Telemaquia” que, bajo el intervalo de tiempo narrativo, no dura más que un par de días.
La otra Odisea –la segunda y con mayúscula-, dígase, la parte uno, es decir la Ilíada4 inicia, dentro de la Odisea, en el “Canto IX” y concluye en el “Canto XII” justo cuando comienza el libro o el “Canto I” –de la Odisea-, o sea cuando Ulises está secuestrado en Ogigia por la ninfa Calipso.
Ulises burlando a Polifemo, Joseph Mallord William Turner (1829).
Ahora, la Odisea como tal, secuencialmente narra: a.) Salida de Troya, b.) Arribo con los cícones, c.) Desembarco con lotófagos, d.) Visita al cíclope Polifemo, e.) Saludo en Isla de Eolo, f.) Llegada a la tierra de los lestrigones, g.) En el palacio de Circe, h.) Descenso al Hades, i.) Retorno al Palacio de Circe o los funerales de Elpénor, j.) Paso por las sirenas, k.) Entre Escila y Caribdis, l.) Parada en la isla del Sol, ll.) Ulises en el islote de Ogigia. Fin del primer cirulo concéntrico. El inicio del libro la Odisea, insisto, se da cuando en asamblea los dioses deciden, por intercesión de Atenea, el retorno del héroe. Por su parte del “Canto XIII” al “Canto XXIII” que, como se infiere, es lo que contiene el mayor número de páginas, se narra la llegada de Ulises a Ítaca. En el “Canto XXIV” se da el pacto entre dioses y entre hombres: fin de la Némesis, fin de la Odisea. Formulado de otra manera:5
: Telemaquia (comienzo)
↓
:Odisea (comienzo)
↓
:Ilíada (inicio y fin)
↓
:Telemaquia (término)
↓
:Odisea (término)
Podría decirse que entre el comienzo y el término se da un peregrinaje que transfigura y trastoca a todas las situaciones y a todos los personajes, a eso se le podría llamar la función épica.6 Ni Telémaco, ni Ulises, ni tampoco Aquiles o Héctor, en el después –que era el antes- serán los mismos. El adolescente pasa a ser hombre, el hombre pasa a ser héroe y los héroes pasan a ser cadáveres. La reconquista de un pasado es la conquista de un futuro.7 Lo más negativo que hay, esto es, lo que no existe, es el artilugio positivo de la épica. No es el ahora, es lo que fue o lo que será. La imaginación y la memoria, en ese sentido, vendrán a ser los rasgos sustantivos de las odiseas homéricas. Me explico: para el Poeta la querella es contra el olvido y lo dado. ¿La épica se torna en tragedia? No, si triunfa la imaginación y la memoria. O sí, cuando vence el olvido y lo dado. De alguna forma Ulises –más que ninguno- es arquetipo épico/odiseico, ya que siempre tiene memoria del pasado e, invariablemente, al futuro le atiborra de artimañas. Por ello Ulises es Nadie, pues jamás está en el ahora. Concluyo así: “Yo he sido Homero –comienzo-; en breve seré Nadie, como Ulises –ahora-; en breve seré todos: estaré muerto –término-«.8
El retorno de Odiseo, Pinturicchio (1454).
Referencias
1Homero, Odisea, «Canto I», Gredos, Madrid, 1998, p. 103.
2Ibidem, p. 106.
3Ibidem, p. 355.
4Que, como se sabe, es el comienzo corológico y literario de la epopeya homérica, compuesta de veinticuatro cantos que van de la colera de Aquiles al rescate del cadáver de Héctor. En la Odisea – esto es la parte «dos»- la historia de la «Ilíada» está como «mapa dentro del mapa» en los cantos arriba mencionados. Cf. Homero, Ilíada, Gredos, Madrid, 1991. Y Cf. Homero, Odisea, op. cit., pp. 226-263.
5Reitero: la «Telemaquia» narra la travesía de Telémaco en busca de su padre, la Odisea cuenta el trayecto de Ulises a Ítaca y la Ilíada relata la Guerra de Troya.
6En un primer momento la épica emerge de la negación del mito, los dioses dejan de ser actores permitiendo así que los personajes, poco a poco, asuman la acción. La forma literaria de la épica, que es el peregrinaje, metamorfosea a sus protagonistas, ya que estos, entre ese ir y ese venir, se tornan otros. Y es, bajo esa condición, que siendo otro se puede regresar al origen. A través de la épica el protagonista logra dar el paso del mito a la acción, pero una vez vuelto al origen –al mito- se enfrenta con su destino, pues al actuante ya todo le fue dicho. La función de la épica, si se puede expresar así, es que el mismo actuante mire su origen desde su destino, dado que tal perspectiva no sólo lo redime a él, sino a los suyos.
7Italo Calvino en respuesta a Edoardo Sanguineti lo expresa de este modo: «Lo deseable de un futuro que se ha de conquistar es garantizado por la memoria de un pasado perdido». Cf. «Las Odiseas en la Odisea», en Por qué leer los clásicos, Siruela, Madrid, 2009, p. 23.
8Jorge Luis Borges, «El inmortal», en El Aleph, Alianza/Emecé, México, 1989, p. 27. (Lo que está entre guiones es mío).