
Carolina Días Flores
Pocas veces se habla del costo emocional de reconocerse a sí mismo como enfermo y de cómo cada persona vive diferente determinado diagnóstico de manera diferente. En este sentido, podemos comparar la salud y enfermedad como dos extremos entre los que transitamos cada día; sin embargo, con mucha frecuencia nos asumimos sanos, aún cuando haya evidentes signos de enfermedad. Esto se da porque es complicado asumirse enfermo, pues significa apropiarse de la debilidad y vulnerabilidad que acompañan a la enfermedad: la mayoría de las personas no estamos preparadas para ello. Sin embargo, hay que mencionar que las enfermedades conllevan cargas sociales y emocionales diversas, y que dependiendo de nuestro contexto es el costo individual de cada diagnóstico, por ejemplo, el panorama (en todos los sentidos) de ser diagnosticado con SIDA es vertiginosamente diferente entre un hombre homosexual y una ama de casa (aparentemente monógama y de “buenas costumbres”). Independientemente, de que la segunda podría tener más prácticas de riesgo para este padecimiento, será menos castigada por la sociedad (incluso por el propio personal sanitario). Y no es infrecuente que al primer paciente se le culpe y/o responsabilice, incluso sin tener conocimiento o certeza sobre el contexto de su padecimiento.
Por otro lado, es importante hacer visibles a aquellas enfermedades que se puede predecir (hasta cierto punto), por ejemplo, la diabetes tipo dos, en una persona obesa y/o sedentaria es lo esperado, por lo que al padecer las terribles complicaciones de este diagnóstico es habitual que se responsabilice al individuo de todo su sufrimiento (¿cuántas veces el médico hace comentarios punitivos como “pero no deja el pan”, justo después de notificar al paciente que será amputado?). Cuando en realidad, las personas hacemos de nuestra salud lo que podemos y para lo que el conocimiento y contexto nos alcanza. Por ello, promover una cultura del saberse y asumirse enfermo como parte de la vida cotidiana, toma relevancia, pues se tiene esto, perseguimos la finalidad de disminuir la negación y, por lo tanto, el retraso en la atención de diversos padecimientos. La salud es un bien sumamente preciado, pero también versátil y difícil de garantizar. Aunque las acciones estrictamente personales, pueden influir en nuestra salud y atención temprana, no es suficiente para garantizar que gozaremos de salud y bienestar.