ENRIQUE GARRIDO
Vivimos en tiempos apocalípticos donde personajes como Donald Trump, Netanyahu, Putin o el excomediante Zelensky toman decisiones bélicas, inhumanas e irresponsables, siempre al borde de la tercera guerra mundial; se avecina una sequía mundial y el calentamiento global avanza progresivo; donde nuestra generación no cuenta con pensión, ni jubilación; y con el fantasma de la gentrificación soplando en nuestra nuca (sí o no, Marce). ¿Qué hacer? El panorama luce desolador, tener esperanza es cada vez más difícil.
En medio de esta crisis de fe, quizás la respuesta sea buscar asideros. La nueva actualización del ChatGPT lo volvió menos complaciente, así que habrá que recurrir a la vieja confiable de las religiones. Los tiempos capitalistas y tecnológicos necesitan un mesías que entienda el pensamiento colectivo, así como la necesidad de cerrar ventas.
Todo comenzó una noche de 1953, cuando el profeta llamado J.R. «Bob» Dobbs, no un vendedor cualquiera, sino el mejor vendedor del mundo, mientras trabajaba en una televisión hecha a mano pisó un charco y su espíritu se unió al del electrodoméstico. Tuvo una revelación, su misión era liderar la revolución de los subgenios en contra de la conspiración de los normis, gente aburrida que cumple las normas, apoya a su selección en los mundiales y que nos ha condenado a una dictadura de la rutina, las normas y las reglas.
¿Suena descabellado? Bueno, así nace La Iglesia del SubGenio en 1979. Creada por dos freakis llamados Ivan Stang y Philo Drummond como una sátira a las religiones, sectas y al capitalismo consumista. Desde sus inicios, mezcló estética pop, cómics, cultura televisiva y teorías de conspiración en clave de parodia, convirtiéndose en un movimiento contracultural de culto underground.
Su consumación como religión vino cuando la editorial McGraw Hill vio potencial en el libro-base The Book of the SubGenius (1983), y lo publicaron en la categoría de teología, sí, junto a la Biblia. En esté evangelio se lee: “La Iglesia del SubGenio es una orden de Herejes y Blasfemos, dedicados a la Libertad de Pensamiento (Slack) Total, profundizando en la Ciencia de la Burla, Sadofuturismo, Megafísica, Escatolografía, Esquizofrénica, Moralismo, Sarcastrofía, Cinisreligión, Apocalipticonomía, Espectoracionalismo, Hipnopediatría, Subliminalismo, Satirología, Distoutopianidad, Sardonicología, Apariencionismo, Ridiculofagia y Teología Miscelánea”.
Como podemos ver, su filosofía gira en torno del concepto de “slack”, un estado de libertad personal frente a las presiones de la sociedad capitalista, el trabajo alienante y las instituciones religiosas. Asimismo, también critica abiertamente la doctrina capitalista que subyace en las religiones, pues ellos venden la salvación por 30 dólares y, en caso de que algo falle y vayas al infierno, el mismísimo Bob te esperará en la puerta para darte un cheque de reembolso por valor de 90 dólares junto con un folleto titulado “Cómo disfrutar del infierno por cinco centavos al día”, que cuesta 89,95.
La Iglesia del SubGenio sigue hoy en día, pese a que en su momento la broma rebasó los límites y fueron vinculados a la masacre de Colombine, y a estar en la lista de sectas peligrosas. Así, en un mundo donde las cartas astrales, los signos zodiacales o los seminarios de Diego Dreyfus son fuentes de autoridad, este grupo sigue vigente, pues su crítica a la falsa seriedad con que se imponen creencias y sistemas de control invita a la gente a usar el absurdo, el humor y la sátira como armas para defender su autonomía, hoy en peligro por la necesidad de pertenecer, de seguir tendencias sin cuestionar su origen, así como la abundancia de simplificar las narrativas. Así que saquen la veladora y encomiéndese a J.R. «Bob» Dobbs, antes de que el mundo se vaya al carajo.